Fundamentos de la Plenitud del Evangelio
por el presidente James A. Vun Cannon
vol. 19, Número 2, Mayo/Junio/Julio/Agosto 2018 Edición No. 75
Al principio de la Iglesia Remanente, nuestro profeta, Frederick N. Larsen, nos dio instrucciones proféticas con respecto a la plenitud del evangelio: “El Espíritu dice además: 'Continúen, mi Remanente fiel, en el espíritu de unidad, fortaleciendo su fe, propagando el amor de Cristo a un mundo enfermo de pecado, estudiando para comprender la plenitud de mi evangelio, y si hagas, serás bendecido sobremanera. El reino de Dios espera tu respuesta. Prepárate para el Novio. Amén" (D. y C. R-145:7a-b).
Entonces, simplemente, ¿qué es la “plenitud del evangelio”?
La “plenitud del evangelio” se refiere a la doctrina de la redención enseñada por Jesucristo, nuestro mediador, que consta de convenios, leyes, doctrinas, ordenanzas, obras santas y el sacrificio de todas las cosas necesarias para que la humanidad obtenga vida para salvación, y que los trae de regreso a la presencia de Dios para vivir como ciudadanos del reino. Las escrituras fundamentales para la plenitud del evangelio están contenidas en Hebreos 6:1-2. Sin embargo, la explicación completa de estos requiere el Libro de Mormón y Doctrina y Convenios. Como prueba de la plenitud del evangelio, ninguno de sus seis principios, si se los define correctamente, puede cambiar los atributos de Dios.
Una de las principales razones por las que se renovó la Iglesia Remanente fue para predicar la plenitud del evangelio eterno (ver “Nuestra declaración de misión” en la página 3). Para que podamos reunir y preparar a un pueblo justo, debemos conocer la plenitud del evangelio y vivirlo como se da en la Biblia, el Libro de Mormón y Doctrina y Convenios.
Por último, no podemos enseñar justicia si no somos justos. Hay un nivel de humildad y santidad que debemos lograr, no solo en nuestras vidas, sino también en las vidas de aquellos a quienes dirigimos y aquellos que nos reunimos. Al estudiar e intentar vivir la plenitud, podemos comenzar a alcanzar un nivel de compromiso que nos ayude a salir de Babilonia, elevarnos por encima del mundo secular y santificarnos.
Que seamos bendecidos sobremanera a medida que estudiamos y vivimos la plenitud del evangelio eterno.
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