PALABRAS DE CONSEJO
AL SACERDOCIO DE LA IGLESIA OTORGADO POR EL PRESIDENTE JOSEPH SMITH, JR. OCTUBRE DE 1838 MIENTRAS ESTABA PRESO EN LA CÁRCEL DE LIBERTY, MO
Mientras el hermano Joseph estaba encarcelado en la cárcel de Liberty, MO, junto con otros líderes de la Iglesia por orden del gobernador Lilburn W. Boggs, escribió cartas a los santos, informándoles de su situación y también ofreciendo apoyo y aliento a aquellos que luchaban por seguir firmes en la fe.
En “Times and Seasons”, tomo 1, páginas 131 y 132, se encuentran algunas de las palabras del hermano Joseph que ofrecen sus puntos de vista sobre la situación en la que se encontraban y sobre el ministerio de todos los miembros del sacerdocio compartido entre sí y para todos los que encuentran bajo su ministerio. Compartiríamos una porción de esas palabras en este momento para el entendimiento que ofrecen a cada hombre de ministerio como le parezca bien. Además, instamos a cada miembro a leer y estudiar estas cartas del hermano Joseph para comprender mejor el contenido y el contexto en el que fueron escritas. Creemos que el ejercicio traerá una mayor comprensión de los deseos de nuestro joven profeta para los santos y la Iglesia.
“…cuando nos proponemos encubrir nuestros pecados, para satisfacer nuestro orgullo, nuestra vana ambición, o para ejercer dominio de compulsión sobre las almas de los hijos de los hombres, en cualquier grado de injusticia, he aquí, los cielos se retiran, el espíritu del Señor está agraviado, entonces amén al sacerdocio oa la autoridad de ese hombre; He aquí, antes de que se dé cuenta, se le deja patear los aguijones, perseguir a los santos y luchar contra Dios. Hemos aprendido por triste experiencia que es la naturaleza y disposición de casi todos los hombres, tan pronto como obtienen un poco de autoridad, como suponen, comenzar a ejercer un dominio injusto; por eso muchos son los llamados, pero pocos los escogidos. Ningún poder o influencia puede, o debe ser mantenido en virtud del sacerdocio, sino por la persuasión, por la longanimidad, por la mansedumbre, por la mansedumbre y por el amor sincero; sin hipocresía y sin engaño; reprendiendo con severidad cuando es movido por el Espíritu Santo, y luego mostrando un mayor amor hacia aquel a quien has reprendido para que no te considere su enemigo, para que sepa que tu fidelidad es más fuerte que las cuerdas de la muerte. Que el alma esté llena de caridad para con todos los hombres, y la virtud guarde incesantemente tus pensamientos…”
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