El primer libro de Nefi

El primer libro de Nefi
Su reinado y ministerio
Capítulo 1
Un relato de Lehi y su esposa Saríah, y sus cuatro hijos, siendo llamados (comenzando por el mayor), Lamán, Lemuel, Sam y Nefi. El Señor advierte a Lehi que se vaya de la tierra de Jerusalén, porque profetiza al pueblo acerca de su iniquidad; y buscan destruir su vida. Toma un viaje de tres días por el desierto con su familia. Nefi toma a sus hermanos y regresa a la tierra de Jerusalén según el registro de los judíos. El relato de sus sufrimientos. Toman a las hijas de Ismael por esposa. Toman a sus familias y parten hacia el desierto. Sus sufrimientos y aflicciones en el desierto. El curso de sus viajes. Vienen a las grandes aguas. Los hermanos de Nefi se rebelan contra él. Él los confunde, y construye un barco. Llaman al lugar Abundancia. Cruzan las grandes aguas hacia la tierra prometida, etc. Esto es según el relato de Nefi; o en otras palabras, yo, Nefi, escribí este registro.
1 Yo, Nefi, habiendo nacido de buenos padres, por lo tanto, fui instruido algo en toda la ciencia de mi padre; y habiendo visto muchas aflicciones en el curso de mis días, sin embargo, habiendo sido muy favorecido del Señor en todos mis días; sí, habiendo tenido un gran conocimiento de la bondad y los misterios de Dios, por lo tanto, hago un registro de mis procedimientos en mis días; sí, hago un registro en el idioma de mi padre, que consiste en el aprendizaje de los judíos y el idioma de los egipcios.
2 Y sé que el registro que hago es verdadero; y lo hago con mi propia mano; y lo hago de acuerdo a mi conocimiento.
3 Porque aconteció que al comienzo del primer año del reinado de Sedequías, rey de Judá (habiendo vivido mi padre Lehi en Jerusalén todos sus días); y en ese mismo año vinieron muchos profetas, profetizando al pueblo que debían arrepentirse, o la gran ciudad de Jerusalén debía ser destruida.
4 Por tanto, sucedió que mi padre Lehi, al salir, oró al Señor, sí, con todo su corazón, a favor de su pueblo.
5 Y aconteció que mientras él oraba al Señor, vino una columna de fuego y se posó sobre una roca delante de él; y vio y oyó mucho; ya causa de las cosas que vio y oyó, se estremeció y se estremeció sobremanera.
6 Y aconteció que volvió a su propia casa en Jerusalén; y se echó sobre su cama, siendo vencido por el Espíritu y por las cosas que había visto;
7 Y siendo así vencido por el Espíritu, fue arrebatado en una visión, y vio los cielos abiertos, y creyó ver a Dios sentado sobre su trono, rodeado de innumerables concursos de ángeles en actitud de cantar y alabar a sus Dios.
8 Y aconteció que vio a uno que descendía de en medio del cielo, y vio que su brillo era superior al del sol al mediodía;
9 Y también vio a otros doce que lo seguían, y su brillo excedía al de las estrellas en el firmamento; y descendieron y salieron sobre la faz de la tierra;
10 Y vino el primero y se paró delante de mi padre, y le dio un libro, y le ordenó que leyera.
11 Y aconteció que mientras leía, fue lleno del Espíritu del Señor, y leyó, diciendo: ¡Ay, ay de Jerusalén! porque he visto tus abominaciones;
12 Sí, y muchas cosas leyó mi padre acerca de Jerusalén: que sería destruida, y sus habitantes, muchos perecerían a espada, y muchos serían llevados cautivos a Babilonia.
13 Y sucedió que cuando mi padre hubo leído y visto muchas cosas grandes y maravillosas, exclamó muchas cosas al Señor; tales como: ¡Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios Todopoderoso! Tu trono es alto en los cielos, y tu poder, y bondad, y misericordia están sobre todos los habitantes de la tierra; y debido a que eres misericordioso, ¡no permitirás que los que vienen a ti perezcan!
14 Y de esta manera era el lenguaje de mi padre en la alabanza de su Dios; porque su alma se regocijó, y todo su corazón se llenó de las cosas que había visto; sí, lo que el Señor le había mostrado.
15 Y ahora bien, yo, Nefi, no hago un relato completo de las cosas que mi padre ha escrito, porque ha escrito muchas cosas que vio en visiones y en sueños;
16 Y también ha escrito muchas cosas que profetizó y habló a sus hijos, de las cuales no daré cuenta completa; pero haré cuenta de mis actos en mis días.
17 He aquí, hago un compendio de los anales de mi padre, sobre planchas que he hecho con mis propias manos; por tanto, después de haber resumido el registro de mi padre, entonces haré un recuento de mi propia vida.
18 Por tanto, quisiera que supierais que después que el Señor hubo mostrado tantas cosas maravillosas a mi padre Lehi, sí, concernientes a la destrucción de Jerusalén, he aquí, él salió entre el pueblo y comenzó a profetizar y a declararles acerca de las cosas que había visto y oído.
19 Y aconteció que los judíos se burlaron de él por las cosas que testificó de ellos; porque verdaderamente dio testimonio de su maldad y de sus abominaciones;
20 Y testificó que las cosas que vio y oyó, y también las cosas que leyó en el libro, manifiestan claramente la venida de un Mesías, y también la redención del mundo.
21 Y cuando los judíos oyeron estas cosas, se enojaron contra él; sí, tal como con los profetas de antaño, a quienes habían echado fuera, apedreado y matado;
22 Y también buscaban su vida para quitársela.
23 Pero he aquí, yo, Nefi, os mostraré que las tiernas misericordias del Señor se extienden sobre todos aquellos que él ha escogido, a causa de su fe, para fortalecerlos, sí, con el poder de la liberación.
24 Porque he aquí, sucedió que el Señor le habló a mi padre, sí, aun en un sueño, y le dijo: Bendito seas, Lehi, por las cosas que has hecho;
25 Y debido a que has sido fiel y declarado a este pueblo las cosas que te mandé, he aquí, buscan quitarte la vida.
26 Y aconteció que el Señor mandó a mi padre, aun en un sueño, que tomara a su familia y se fuera al desierto.
27 Y sucedió que fue obediente a la palabra del Señor, por lo que hizo como el Señor le mandó.
28 Y aconteció que se fue al desierto.
29 Y dejó su casa, y la tierra de su heredad, y su oro, y su plata, y sus cosas preciosas, y no tomó nada consigo, excepto su familia, y provisiones, y tiendas, y se fue al desierto;
30 Y descendió por las fronteras cerca de la orilla del Mar Rojo;
31 Y viajó por el desierto en las fronteras que estaban más cerca del Mar Rojo;
32 Y viajó por el desierto con su familia, que consistía de mi madre Saríah y mis hermanos mayores, que eran Lamán, Lemuel y Sam.
33 Y sucedió que después de haber viajado tres días por el desierto, plantó su tienda en un valle junto a un río de agua.
34 Y aconteció que edificó un altar de piedras, e hizo una ofrenda al Señor, y dio gracias al Señor nuestro Dios.
35 Y aconteció que llamó el nombre del río Lamán, y desembocaba en el Mar Rojo; y el valle estaba en los límites cerca de la boca del mismo.
36 Y cuando mi padre vio que las aguas del río desembocaban en la fuente del Mar Rojo, habló a Lamán, diciendo: ¡Oh, si pudieras ser como este río, corriendo continuamente hacia la fuente de toda justicia!
37 Y también le dijo a Lemuel: ¡Oh, si pudieras ser como este valle, firme y constante, e inconmovible en guardar los mandamientos del Señor!
38 Ahora bien, dijo esto a causa de la dureza de cerviz de Lamán y Lemuel; porque he aquí, murmuraron en muchas cosas contra su padre, porque él era un hombre visionario, y los había sacado de la tierra de Jerusalén, para dejar la tierra de su heredad, y su oro, y su plata, y sus cosas preciosas. , para perecer en el desierto.
39 Y decían que había hecho esto a causa de las insensatas imaginaciones de su corazón.
40 Y así Lamán y Lemuel, siendo los mayores, murmuraron contra su padre.
41 Y murmuraron porque no sabían los tratos de ese Dios que los había creado.
42 Tampoco creían que Jerusalén, la gran ciudad, pudiera ser destruida según las palabras de los profetas.
43 Y eran como los judíos que estaban en Jerusalén, que buscaban quitarle la vida a mi padre.
44 Y aconteció que mi padre les habló en el valle de Lemuel, con poder, siendo llenos del Espíritu, hasta que sus cuerpos temblaron delante de él.
45 Y los confundió, de modo que no se atrevieron a hablar contra él; por tanto, hicieron como él les había mandado.
46 Y mi padre habitó en una tienda.
47 Y aconteció que yo, Nefi, siendo muy joven, no obstante siendo grande en estatura, y teniendo también grandes deseos de conocer los misterios de Dios,
48 Por tanto, clamé al Señor; y he aquí, él me visitó, y ablandó mi corazón para que yo creyera todas las palabras que había dicho mi padre; por tanto, no me rebelé contra él como mis hermanos.
49 Y hablé a Sam, dándole a conocer las cosas que el Señor me había manifestado por medio de su Santo Espíritu.
50 Y sucedió que él creyó en mis palabras;
51 Pero he aquí, Lamán y Lemuel no quisieron escuchar mis palabras:
52 Y estando afligido por la dureza de sus corazones, clamé al Señor por ellos.
53 Y aconteció que el Señor me habló, diciendo: Bendito eres tú, Nefi, a causa de tu fe, porque me has buscado diligentemente, con humildad de corazón.
54 Y en la medida en que guardéis mis mandamientos, prosperaréis, y seréis conducidos a una tierra prometida; sí, sí, una tierra que os he preparado; sí, una tierra que es escogida sobre todas las demás tierras.
55 Y si tus hermanos se rebelaren contra ti, serán cortados de la presencia del Señor.
56 Y si guardas mis mandamientos, serás gobernante y maestro sobre tus hermanos.
57 Porque he aquí, en el día en que se rebelen contra mí, los maldeciré con gran maldición, y no tendrán poder sobre tu simiente, a menos que también se rebelen contra mí.
58 Y si acontece que se rebelan contra mí, serán un azote para tu descendencia, para despertarlos en los caminos del recuerdo.
59 Y sucedió que yo, Nefi, regresé de hablar con el Señor a la tienda de mi padre.
60 Y aconteció que me habló, diciendo: He aquí, he soñado un sueño, en el cual el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos volváis a Jerusalén.
61 Porque he aquí, Labán tiene la historia de los judíos, y también una genealogía de tus antepasados, y están grabados sobre planchas de bronce.
62 Por tanto, el Señor me ha mandado que tú y tus hermanos vayan a la casa de Labán y busquen los anales, y los traigan aquí al desierto.
63 Y ahora, he aquí, tus hermanos murmuran, diciendo que es algo difícil lo que les he pedido; mas he aquí, yo no se lo he pedido a ellos; pero es un mandamiento del Señor.
64 Ve, pues, hijo mío, y serás favorecido por el Señor, porque no has murmurado.
65 Y sucedió que yo, Nefi, le dije a mi padre: Iré y haré las cosas que el Señor ha mandado, porque sé que el Señor no da mandamientos a los hijos de los hombres, a menos que prepare un camino por ellos, para que cumplan lo que él les ha mandado.
66 Y sucedió que cuando mi padre hubo oído estas palabras, se alegró mucho, porque sabía que yo había sido bendecido por el Señor.
67 Y yo, Nefi y mis hermanos emprendimos nuestro viaje por el desierto con nuestras tiendas, para subir a la tierra de Jerusalén.
68 Y aconteció que cuando habíamos subido a la tierra de Jerusalén, mis hermanos y yo consultamos unos con otros; y echamos suertes quién de nosotros había de entrar en casa de Labán.
69 Y sucedió que la suerte cayó sobre Lamán; y Laman entró a la casa de Labán, y habló con él mientras estaba sentado en su casa.
70 Y él pidió a Labán los registros que estaban grabados sobre las planchas de bronce, que contenían la genealogía de mi padre.
71 Y he aquí sucedió que Labán se enojó, y lo echó de su presencia; y él no quería que él debe tener los registros.
72 Por tanto, le dijo: He aquí, eres un ladrón, y te mataré.
73 Pero Laman huyó de su presencia, y nos contó las cosas que Laban había hecho.
74 Y comenzamos a entristecernos en extremo, y mis hermanos estaban a punto de volver a mi padre en el desierto.
75 Mas he aquí, les dije que vive Jehová, y vivimos nosotros, que no descenderemos a nuestro padre en el desierto, hasta que hayamos cumplido lo que Jehová nos ha mandado.
76 Por tanto, seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor;
77 Por tanto, bajemos a la tierra de la heredad de nuestro padre, porque he aquí él dejó oro y plata, y toda clase de riquezas.
78 Y todo esto ha hecho por causa de los mandamientos del Señor; porque sabiendo que Jerusalén debía ser destruida por la maldad del pueblo.
79 Porque he aquí, han desechado las palabras de los profetas.
80 Por tanto, si mi padre habitare en la tierra después de que se le haya mandado huir de la tierra, he aquí, él también perecerá.
81 Por tanto, es necesario que él huya de la tierra.
82 Y he aquí, es sabiduría en Dios que obtengamos estos anales, a fin de que podamos preservar para nuestros hijos el idioma de nuestros padres;
83 Y también para que les conservemos las palabras que han sido habladas por boca de todos los santos profetas, que les han sido entregadas por el espíritu y el poder de Dios, desde el principio del mundo, aun hasta este tiempo presente.
84 Y sucedió que después de esta manera de hablar persuadí a mis hermanos, para que fueran fieles en guardar los mandamientos de Dios.
85 Y aconteció que descendimos a la tierra de nuestra herencia, y reunimos nuestro oro, nuestra plata y nuestras cosas preciosas.
86 Y después de haber juntado estas cosas, subimos de nuevo a la casa de Labán.
87 Y aconteció que fuimos a Labán y le rogamos que nos diera los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce, por los cuales le daríamos nuestro oro, nuestra plata y todo nuestro cosas preciosas.
88 Y aconteció que cuando Labán vio nuestra propiedad, que era sumamente grande, la codició, al grado de que nos expulsó y envió a sus sirvientes a matarnos, para poder obtener nuestra propiedad.
89 Y sucedió que huimos ante los sirvientes de Labán, y nos vimos obligados a dejar atrás nuestra propiedad, y cayó en manos de Labán.
90 Y sucedió que huimos al desierto, y los sirvientes de Labán no nos alcanzaron, y nos escondimos en la cavidad de una roca.
91 Y sucedió que Lamán estaba enojado conmigo, y también con mi padre, y también con Lemuel; porque escuchó las palabras de Lamán.
92 Por tanto, Lamán y Lemuel nos hablaron muchas palabras duras a nosotros, sus hermanos menores, y nos golpearon hasta con una vara.
93 Y aconteció que mientras nos golpeaban con una vara, he aquí un ángel del Señor vino y se paró delante de ellos, y les habló diciendo: ¿Por qué herís a vuestro hermano menor con una vara?
94 ¿No sabéis que el Señor lo ha elegido para que sea gobernante sobre vosotros, y esto a causa de vuestras iniquidades?
95 He aquí, subiréis de nuevo a Jerusalén, y el Señor entregará a Labán en vuestras manos.
96 Y después que el ángel nos hubo hablado, se fue
97 Y después que el ángel se hubo ido, Lamán y Lemuel comenzaron de nuevo a murmurar, diciendo: ¿Cómo es posible que el Señor entregue a Labán en nuestras manos?
98 He aquí, es un hombre poderoso, y puede comandar a cincuenta, sí, incluso puede matar a cincuenta; entonces ¿por qué no nosotros?
99 Y aconteció que hablé a mis hermanos, diciendo: Subamos de nuevo a Jerusalén, y seamos fieles en guardar los mandamientos del Señor; porque he aquí, él es más poderoso que toda la tierra, entonces, ¿por qué no más poderoso que Labán y sus cincuenta, sí, o incluso que sus decenas de miles?
100 Por tanto, subamos; seamos fuertes como Moisés; porque verdaderamente habló a las aguas del Mar Rojo, y se dividieron aquí y allá, y nuestros padres salieron del cautiverio en tierra seca, y los ejércitos de Faraón los siguieron y se ahogaron en las aguas del Mar Rojo.
101 Ahora bien, he aquí, sabéis que esto es verdad; y también sabéis que un ángel os ha hablado, ¿por qué vais a dudar?
102 Subamos; Poderoso es el Señor para librarnos como a nuestros padres, y destruir a Labán como a los egipcios.
103 Ahora bien, cuando hube hablado estas palabras, todavía estaban enojados y seguían murmurando; sin embargo, me siguieron hasta que llegamos fuera de los muros de Jerusalén.
104 Y era de noche: e hice que se escondieran fuera de los muros.
105 Y después de que se escondieron, yo, Nefi, me deslicé en la ciudad y salí hacia la casa de Labán.
106 Y fui guiado por el Espíritu, sin saber de antemano lo que debía hacer.
107 Sin embargo, salí y cuando me acerqué a la casa de Labán, vi a un hombre que había caído a tierra delante de mí, porque estaba ebrio de vino.
108 Y cuando llegué a él, encontré que era Labán.
109 Y vi su espada, y la saqué de su vaina, y la empuñadura de ella era de oro puro, y su hechura era extremadamente fina: y vi que su hoja era del acero más precioso.
110 Y sucedió que el Espíritu me obligó a matar a Labán;
111 Pero dije en mi corazón: Nunca, en ningún momento, he derramado sangre de hombre, y me encogí y quise no matarlo.
112 Y el Espíritu me dijo otra vez: He aquí, el Señor lo ha entregado en tus manos; sí, y también supe que había procurado quitarme la vida; sí, y no escuchó los mandamientos del Señor; y él también se había llevado nuestra propiedad.
113 Y aconteció que el Espíritu me dijo de nuevo: Mátalo, porque el Señor lo ha entregado en tus manos.
114 He aquí, el Señor mata a los malvados para llevar a cabo sus justos propósitos.
115 Es mejor que perezca un solo hombre, que que una nación decaiga y perezca en la incredulidad.
116 Y ahora, cuando yo, Nefi, hube oído estas palabras, recordé las palabras del Señor que me habló en el desierto, diciendo: En la medida en que tu posteridad guarde mis mandamientos, prosperará en la tierra prometida. .
117 Sí, y también pensé que no podrían guardar los mandamientos del Señor según la ley de Moisés, a menos que tuvieran la ley.
118 Y también supe que la ley estaba grabada sobre planchas de bronce.
119 Y además, supe que el Señor había entregado a Labán en mis manos por esta causa, para que pudiera obtener los registros de acuerdo con sus mandamientos.
120 Por lo tanto, obedecí la voz del Espíritu, tomé a Labán por el cabello de la cabeza y le corté la cabeza con su propia espada.
121 Y después de haberle cortado la cabeza con su propia espada, tomé las vestiduras de Labán y las puse sobre mi propio cuerpo; sí, incluso cada pizca; y me ceñí su armadura alrededor de mis lomos.
122 Y después de haber hecho esto, fui al tesoro de Labán.
123 Y mientras salía hacia el tesoro de Labán, he aquí, vi al sirviente de Labán, quien tenía las llaves del tesoro.
124 Y le ordené por voz de Labán que entrara conmigo en el tesoro; y supuso que yo era su amo Labán, porque vio las vestiduras y también la espada ceñida a mis lomos.
125 Y me habló acerca de los ancianos de los judíos, sabiendo que su amo Labán había estado entre ellos de noche.
126 Y le hablé como si hubiera sido Labán.
127 Y también le dije que llevaría los grabados que estaban sobre las planchas de bronce a mis hermanos mayores, que estaban fuera de los muros.
128 Y también le pedí que me siguiera.
129 Y suponiendo que yo hablaba de los hermanos de la iglesia, y que yo era verdaderamente ese Labán a quien yo había matado, por lo que me siguió.
130 Y él me habló muchas veces acerca de los ancianos de los judíos, cuando salí a mis hermanos, que estaban fuera de los muros.
131 Y sucedió que cuando Lamán me vio, se asustó mucho, y también Lemuel y Sam.
132 Y huyeron de delante de mi presencia; porque pensaban que era Labán, y que él me había matado, y que también había procurado quitarles la vida a ellos.
133 Y sucedió que los llamé, y me escucharon; por tanto, cesaron de huir de mi presencia.
134 Y sucedió que cuando el sirviente de Labán vio a mis hermanos, comenzó a temblar, y estaba a punto de huir de delante de mí, y regresar a la ciudad de Jerusalén.
135 Y ahora bien, yo, Nefi, siendo un hombre grande en estatura y habiendo recibido también mucha fuerza del Señor, por lo tanto, agarré al siervo de Labán y lo sujeté para que no huyera.
136 Y aconteció que le hablé, que si escuchaba mis palabras, como vive el Señor, y como vivo yo, de modo que si escuchaba nuestras palabras, le perdonaríamos la vida.
137 Y le hablé, aun con juramento, que no tenía por qué temer; que sería un hombre libre como nosotros, si descendiera con nosotros al desierto.
138 Y también le hablé, diciendo: Ciertamente el Señor nos ha mandado hacer esto, ¿y no seremos diligentes en guardar los mandamientos del Señor?
139 Por tanto, si descendieres al desierto a mi padre, tendrás lugar con nosotros.
140 Y sucedió que Zoram se animó con las palabras que hablé.
141 Ahora bien, Zoram era el nombre del siervo; y prometió que bajaría al desierto a nuestro padre.
142 Y también nos hizo un juramento de que se quedaría con nosotros desde ese momento en adelante.
143 Ahora deseábamos que se quedara con nosotros por esta causa, para que los judíos no supieran acerca de nuestra huida al desierto, para que no nos persigan y nos destruyan.
144 Y sucedió que cuando Zoram nos hizo un juramento, nuestros temores con respecto a él cesaron.
145 Y aconteció que tomamos las planchas de bronce y al sirviente de Labán, y partimos al desierto, y viajamos a la tienda de nuestro padre.
146 Y aconteció que después que descendimos al desierto a nuestro padre, he aquí, él se llenó de gozo, y también mi madre Saríah se alegró sobremanera, porque en verdad se había lamentado por nosotros; porque ella había pensado que habíamos perecido en el desierto;
147 Y ella también se había quejado contra mi padre, diciéndole que él era un hombre visionario; diciendo: He aquí nos sacaste de la tierra de nuestra heredad, y mis hijos ya no existen, y perecemos en el desierto.
148 Y después de esta manera de hablar mi madre se había quejado contra mi padre.
149 Y sucedió que mi padre le habló, diciendo: Sé que soy un hombre visionario; porque si no hubiera visto las cosas de Dios en visión, no habría conocido la bondad de Dios, sino que me habría detenido en Jerusalén, y habría perecido con mis hermanos.
150 Pero he aquí, he obtenido una tierra prometida, en las cuales cosas me regocijo;
151 Sí, y sé que el Señor librará a mis hijos de las manos de Labán, y los traerá nuevamente a nosotros en el desierto.
152 Y con esta manera de hablar mi padre Lehi consoló a mi madre Saríah con respecto a nosotros, mientras viajábamos por el desierto hasta la tierra de Jerusalén, para obtener el registro de los judíos.
153 Y cuando regresamos a la tienda de mi padre, he aquí, su alegría fue plena, y mi madre se consoló;
154 Y ella habló, diciendo: Ahora sé con certeza que el Señor ha mandado a mi esposo que huya al desierto;
155 Sí, y también sé con certeza que el Señor ha protegido a mis hijos, y los ha librado de las manos de Labán, y les ha dado poder para que puedan llevar a cabo lo que el Señor les ha mandado.
156 Y de esta manera habló ella.
157 Y sucedió que se regocijaron sobremanera, y ofrecieron sacrificios y holocaustos al Señor; y dieron gracias al Dios de Israel.
158 Y después de haber dado gracias al Dios de Israel, mi padre Lehi tomó los anales que estaban grabados sobre las planchas de bronce, y los examinó desde el principio.
159 Y vio que contenían los cinco libros de Moisés, que daban cuenta de la creación del mundo;
160 Y también de Adán y Eva, que fueron nuestros primeros padres;
161 Y también un registro de los judíos desde el principio, incluso hasta el comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá;
162 Y también las profecías de los santos profetas, desde el principio, hasta el comienzo del reinado de Sedequías;
163 Y también muchas profecías que han sido habladas por boca de Jeremías.
164 Y aconteció que mi padre Lehi también halló sobre las planchas de bronce una genealogía de sus padres;
165 Por lo cual supo que era descendiente de José; sí, ese mismo José, que era hijo de Jacob, que fue vendido para Egipto, y que fue preservado por la mano del Señor, para que pudiera preservar a su padre Jacob y a toda su casa de perecer de hambre.
166 Y también fueron sacados del cautiverio y fuera de la tierra de Egipto, por ese mismo Dios que los había preservado.
167 Y así mi padre Lehi descubrió la genealogía de sus padres.
168 Y Labán también era descendiente de José, por lo que él y sus padres habían llevado los registros.
169 Y ahora, cuando mi padre vio todas estas cosas, fue lleno del Espíritu, y comenzó a profetizar concerniente a su descendencia; que estas planchas de bronce se extendieran a todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos que fueran de su simiente.
170 Por lo cual dijo que estas planchas de bronce nunca deberían perecer, ni deberían ser oscurecidas por el tiempo.
171 Y él profetizó muchas cosas acerca de su simiente.
172 Y sucedió que hasta ahora mi padre y yo habíamos guardado los mandamientos que el Señor nos había ordenado.
173 Y obtuvimos el registro que el Señor nos había mandado, y los escudriñamos y encontramos que eran deseables; sí, de gran valor para nosotros, al grado de que pudiéramos guardar los mandamientos del Señor para con nuestros hijos.
174 Por tanto, fue sabiduría en el Señor que los lleváramos con nosotros mientras viajábamos por el desierto hacia la tierra prometida.

 

1 Nefi, Capítulo 2
1 Y ahora bien, yo, Nefi, no doy la genealogía de mis padres en esta parte de mi registro; ni en ningún momento la daré después sobre estas planchas que estoy escribiendo; porque está dado en el registro que ha llevado mi padre; por lo que no lo escribo en esta obra.
2 Porque me basta decir que somos descendientes de José.
3 Y no me importa que soy particular en dar cuenta completa de todas las cosas de mi padre, porque no se pueden escribir sobre estas planchas, porque deseo la habitación para poder escribir de las cosas de Dios.
4 Porque la plenitud de mi intención es persuadir a los hombres a que vengan al Dios de Abraham, al Dios de Isaac y al Dios de Jacob, y sean salvos.
5 Por tanto, no escribo las cosas que agradan al mundo, sino las que agradan a Dios y a los que no son del mundo.
6 Por tanto, daré mandamiento a mi posteridad, que no ocupen estas planchas con cosas que no son de valor para los hijos de los hombres.
7 Y ahora quisiera que supierais que después que mi padre Lehi hubo terminado de profetizar concerniente a su descendencia, aconteció que el Señor le habló de nuevo, diciendo que no le convenía a él, Lehi, que el debe tomar su
familia al desierto sola; sino que sus hijos tomen hijas por esposa, a fin de que levanten descendencia para el Señor en la tierra prometida.
8 Y aconteció que el Señor le mandó que yo, Nefi y mis hermanos volviéramos de nuevo a la tierra de Jerusalén y trajéramos a Ismael y su familia al desierto.
9 Y aconteció que yo, Nefi, salí nuevamente con mis hermanos al desierto para subir a Jerusalén.
10 Y aconteció que subimos a la casa de Ismael, y obtuvimos favor a la vista de Ismael, al grado de que le hablamos las palabras del Señor.
11 Y aconteció que el Señor ablandó el corazón de Ismael y también de su casa, al grado de que emprendieron su viaje con nosotros al desierto, a la tienda de nuestro padre.
12 Y aconteció que mientras viajábamos por el desierto, he aquí Lamán y Lemuel, y dos de las hijas de Ismael, y los dos hijos de Ismael, y sus familias, se rebelaron contra nosotros; sí, contra mí, Nefi y Sam, y su padre Ismael, y su esposa, y sus otras tres hijas.
13 Y aconteció que en la rebelión de ellos estaban deseosos de volver a la tierra de Jerusalén.
14 Y ahora bien, yo, Nefi, estando apenado por la dureza de sus corazones, por tanto, les hablé, diciendo: sí, incluso a Lamán ya Lemuel: He aquí, sois mis hermanos mayores; y ¿cómo es que sois tan duros en vuestros corazones, y tan ciegos en vuestras mentes, que tenéis necesidad de que yo, vuestro hermano menor, os hable, sí, y os dé un ejemplo?
15 ¿Cómo es que no habéis escuchado la palabra del Señor?
16 ¿Cómo es que habéis olvidado que habéis visto un ángel del Señor?
17 Sí, ¿y cómo es que habéis olvidado las grandes cosas que el Señor ha hecho por nosotros al librarnos de las manos de Labán, y también para que obtengamos el registro?
18 Sí, ¿y cómo es que habéis olvidado que el Señor es poderoso para hacer todas las cosas según su voluntad, para los hijos de los hombres, si es que ejercen fe en él; por tanto, seámosle fieles.
19 Y si es que le somos fieles, obtendremos la tierra de promisión; y sabréis en algún período futuro que la palabra del Señor se cumplirá acerca de la destrucción de Jerusalén;
20 Porque es necesario que se cumplan todas las cosas que el Señor ha dicho acerca de la destrucción de Jerusalén.
21 Porque he aquí, el Espíritu del Señor pronto cesa de contender con ellos;
22 Porque he aquí, han desechado a los profetas y han echado en la cárcel a Jeremías.
23 Y han procurado quitarle la vida a mi padre, de tal manera que lo han echado de la tierra.
24 Ahora bien, he aquí, os digo que si os volvéis a Jerusalén, también pereceréis con ellos.
25 Y ahora, si tenéis elección, subid a la tierra, y recordad las palabras que os he hablado, que si vais, vosotros también pereceréis; porque así me constriñe el Espíritu del Señor para que hable.
26 Y sucedió que cuando yo, Nefi, hablé estas palabras a mis hermanos, se enojaron conmigo.
27 Y aconteció que me pusieron las manos encima, porque he aquí, se enojaron sobremanera, y me ataron con cuerdas, porque querían quitarme la vida, para dejarme en el desierto para ser devorado por las fieras.
28 Pero aconteció que oré al Señor, diciendo: Oh Señor, conforme a la fe que tengo en ti, me librarás de las manos de mis hermanos;
29 Sí, dame fuerzas para romper estas ataduras con las que estoy atado.
30 Y aconteció que cuando hube dicho estas palabras, he aquí, se soltaron las ataduras de mis manos y pies, y me paré delante de mis hermanos, y les hablé de nuevo.
31 Y aconteció que se enojaron contra mí otra vez, y procuraron echarme mano;
32 Mas he aquí, una de las hijas de Ismael, sí, y también su madre, y uno de los hijos de Ismael, discutieron con mis hermanos, al grado de que ablandaron sus corazones; y cesaron de esforzarse por quitarme la vida.
33 Y aconteció que se entristecieron a causa de su iniquidad, al grado de que se inclinaron ante mí y me suplicaron que los perdonara por lo que habían hecho contra mí.
34 Y sucedió que francamente los perdoné por todo lo que habían hecho, y los exhorté a que oraran al Señor su Dios por perdón.
35 Y sucedió que así lo hicieron.
36 Y después de que terminaron de orar al Señor, volvimos a emprender nuestro camino hacia la tienda de nuestro padre.
37 Y aconteció que descendimos a la tienda de nuestro padre.
38 Y después que yo y mis hermanos, y toda la casa de Ismael, hubimos descendido a la tienda de mi padre, dieron gracias al Señor su Dios;
39 Y le ofrecieron sacrificios y holocaustos.
40 Y aconteció que habíamos juntado toda clase de semillas de toda clase; tanto de grano de toda clase, como también de semillas de frutos de toda clase.
41 Y aconteció que estando mi padre en el desierto, nos habló, diciendo: He aquí, he tenido un sueño; o en otras palabras, he visto una visión.
42 Y he aquí, a causa de lo que he visto, tengo motivos para regocijarme en el Señor a causa de Nefi, y también de Sam; porque tengo razón para suponer que ellos, y también muchos de su simiente, serán salvos.
43 Pero he aquí, Lamán y Lemuel, tengo mucho miedo por causa de vosotros; porque he aquí, me pareció ver en mi sueño un desierto oscuro y lúgubre.
44 Y aconteció que vi a un hombre, y estaba vestido con una túnica blanca; y vino y se paró delante de mí.
45 Y sucedió que me habló y me ordenó que lo siguiera.
46 Y sucedió que mientras lo seguía, me vi a mí mismo que estaba en un desierto oscuro y lúgubre.
47 Y después de haber viajado por el espacio de muchas horas en la oscuridad comencé a orar al Señor, que tuviera misericordia de mí conforme a la multitud de sus tiernas misericordias.
48 Y sucedió que después de haber orado al Señor, vi un campo grande y espacioso.
49 Y sucedió que vi un árbol cuyo fruto era deseable para hacer feliz a uno.
50 Y aconteció que salí y participé de su fruto; y vi que era más dulce que todo lo que había probado antes.
51 Sí, y vi que su fruto era blanco, superando toda la blancura que jamás había visto.
52 Y al comer de su fruto, llenó mi alma de un gozo muy grande;
53 Por tanto, comencé a desear que mi familia también participara de él; porque sabía que era deseable sobre todos los otros frutos.
54 Y mientras miraba alrededor, para quizás descubrir también a mi familia, vi un río de agua; y corría, y estaba cerca del árbol del cual yo estaba comiendo el fruto.
55 Y miré para ver de dónde venía; y vi su cabeza a poca distancia;
56 Y en su cabecera vi a vuestra madre Saríah, ya Sam ya Nefi; y se quedaron como si no supieran adónde ir.
57 Y sucedió que les hice señas; y también les dije en alta voz que vinieran a mí y comieran del fruto, que era deseable sobre todos los otros frutos.
58 Y aconteció que vinieron a mí, y también comieron del fruto.
59 Y aconteció que yo estaba deseoso de que Lamán y Lemuel vinieran y también comieran del fruto;
60 Por tanto, dirigí mis ojos hacia la cabecera del río, para que tal vez pudiera verlos.
61 Y sucedió que los vi, pero no quisieron venir a mí para participar del fruto.
62 Y vi una barra de hierro; y se extendía a lo largo de la orilla del río, y conducía al árbol junto al cual yo estaba.
63 Y también vi un camino recto y angosto, que venía junto a la barra de hierro, hasta el árbol junto al cual yo estaba;
64 Y también conducía por la cabeza de la fuente a un campo grande y espacioso, como si hubiera sido un mundo;
65 Y vi innumerables concursos de personas, muchos de los cuales se apresuraban a avanzar para poder obtener el sendero que conducía al árbol junto al cual yo estaba.
66 Y sucedió que salieron y comenzaron en el sendero que conducía al árbol.
67 Y aconteció que se levantó un vapor de tinieblas; sí, sí, una niebla de tinieblas sumamente grande, de tal manera que los que habían comenzado en el camino se extraviaron, de modo que se desviaron y se perdieron.
68 Y aconteció que vi a otros empujar hacia adelante, y salieron y se asieron del extremo de la barra de hierro;
69 Y avanzaron a través del vapor de oscuridad, aferrándose a la barra de hierro, hasta que salieron y comieron del fruto del árbol.
70 Y después de haber comido del fruto del árbol, miraron a su alrededor como si estuvieran avergonzados.
71 Y también miré alrededor, y vi al otro lado del río de agua un edificio grande y espacioso;
72 Y se paró como si estuviera en el aire, muy por encima de la tierra;
73 Y estaba lleno de gente, tanto viejos como jóvenes, tanto hombres como mujeres;
74 Y su modo de vestir era muy fino;
75 Y estaban en actitud de burlarse y señalar con el dedo a los que habían venido y estaban comiendo del fruto.
76 Y después de haber gustado del fruto, se avergonzaron a causa de los que se burlaban de ellos; y cayeron en caminos prohibidos y se perdieron.
77 Y ahora yo, Nefi, no hablo todas las palabras de mi padre.
78 Pero, para abreviar al escribir, he aquí, vio otras multitudes que se adelantaban; y acercándose, asieron de la punta de la barra de hierro; y se abrieron camino hacia adelante, aferrándose continuamente a la barra de hierro, hasta que salieron y se postraron y comieron del fruto del árbol.
79 Y también vio otras multitudes que se dirigían a tientas hacia ese edificio grande y espacioso.
80 Y sucedió que muchos se ahogaron en las profundidades de la fuente;
81 Y muchos se perdieron de su vista, vagando por caminos extraños.
82 Y grande fue la multitud que entró en ese extraño edificio.
83 Y después de que entraron en ese edificio, me señalaron con el dedo de burla, y también a los que estaban comiendo del fruto; pero no les hicimos caso.
84 Estas son las palabras de mi padre: Porque todos los que les hicieron caso, se habían apartado.
85 Y Lamán y Lemuel no comieron del fruto, dijo mi padre.
86 Y aconteció que después que mi padre hubo hablado todas las palabras de su sueño o visión, que eran muchas, nos dijo, debido a estas cosas que vio en una visión, temía sobremanera por Lamán y Lemuel;
87 Sí, temía que fueran desechados de la presencia del Señor;
88 Y los exhortó entonces con todo el sentimiento de un padre tierno, que escucharan sus palabras, que, tal vez el Señor sería misericordioso con ellos, y no los desecharía;
89 Sí, mi padre les predicó.
90 Y después de haberles predicado, y también profetizado de muchas cosas, les mandó que guardaran los mandamientos del Señor;
91 Y él cesó de hablarles.
92 Y todas estas cosas mi padre vio, oyó y habló, mientras moraba en una tienda, en el valle de Lemuel; y también muchísimas cosas más, que no se pueden escribir en estas planchas.
93 Y ahora bien, como he hablado concerniente a estas planchas, he aquí, no son las planchas sobre las cuales hago un relato completo de la historia de mi pueblo;
94 A las planchas sobre las cuales doy cuenta completa de mi pueblo, les he dado el nombre de Nefi;
95 Por tanto, se llaman las planchas de Nefi, por mi propio nombre; y estas planchas también se llaman las planchas de Nefi.
96 Sin embargo, he recibido un mandamiento del Señor de hacer estas planchas con el propósito especial de que haya una cuenta grabada del ministerio de mi pueblo.
97 Sobre las otras planchas debe estar grabado un relato del reinado de los reyes, y las guerras y contiendas de mi pueblo;
98 Por lo tanto, estas planchas son para la mayor parte del ministerio; y las otras planchas son en su mayor parte del reinado de los reyes, y de las guerras y contiendas de mi pueblo.
99 Por tanto, el Señor me ha mandado hacer estas planchas para un propósito sabio en él; qué propósito no sé.
100 Pero el Señor conoce todas las cosas desde el principio;
101 Por tanto, él prepara el camino para llevar a cabo todas sus obras entre los hijos de los hombres; porque he aquí, él tiene todo el poder para el cumplimiento de todas sus palabras.
102 Y así es. Amén.

 

1 Nefi, Capítulo 3
1 Y ahora yo, Nefi, procedo a dar cuenta sobre estas planchas de mis procedimientos, mi reinado y ministerio; por tanto, para proceder con mi cuenta, debo hablar algo de las cosas de mi padre, y también de mis hermanos.
2 Porque he aquí, aconteció que después que mi padre hubo terminado de hablar las palabras de su sueño, y también de exhortarlos a toda diligencia, les habló concerniente a los judíos, que después de que fueran destruidos, aun ese gran ciudad de Jerusalén, y muchos serán llevados cautivos a Babilonia, según el debido tiempo del Señor deben regresar de nuevo; sí, incluso ser sacado del cautiverio;
3 Y después de que sean sacados del cautiverio, deberían poseer de nuevo la tierra de su heredad.
4 Sí, aun seiscientos años desde el tiempo en que mi padre salió de Jerusalén, el Señor Dios levantaría un profeta entre los judíos, sí, un Mesías; o, en otras palabras, un Salvador del mundo.
5 Y también habló acerca de los profetas, cuántos habían testificado de estas cosas, acerca de este Mesías, de quien había hablado, o este Redentor del mundo.
6 Por lo tanto, toda la humanidad se encontraba en un estado perdido y caído, y siempre lo estaría, a menos que confiara en este Redentor.
7 Y habló también acerca de un profeta, que vendría antes del Mesías, para preparar el camino del Señor;
8 Sí, aun él debería salir y clamar en el desierto: Preparad el camino del Señor y enderezad sus veredas;
9 Porque entre vosotros está uno a quien no conocéis; y es más poderoso que yo, a quien yo no soy digno de desatar la correa del zapato.
10 Y mucho habló mi padre acerca de este asunto.
11 Y mi padre dijo que debía bautizar en Bethabara, al otro lado del Jordán; y también dijo que debía bautizar con agua; incluso que debía bautizar al Mesías con agua.
12 Y después de haber bautizado al Mesías con agua, debería contemplar y dar testimonio de que había bautizado al Cordero de Dios, que quitaría los pecados del mundo.
13 Y aconteció que después que mi padre hubo hablado estas palabras, habló a mis hermanos acerca del evangelio que había de ser predicado entre los judíos,
14 Y también acerca de la disminución de los judíos en la incredulidad.
15 Y después de haber inmolado al Mesías que había de venir, y después de haber sido inmolado, resucitaría de entre los muertos, y se manifestaría a sí mismo por el Espíritu Santo a los gentiles.
16 Sí, incluso mi padre habló mucho acerca de los gentiles, y también acerca de la casa de Israel, que serían comparados como un olivo, cuyas ramas serían desgajadas y esparcidas sobre toda la faz de la tierra.
17 Por lo cual dijo que es necesario que seamos guiados unánimes a la tierra de promisión, para que se cumpla la palabra del Señor de que seamos esparcidos sobre toda la faz de la tierra.
18 Y después que la casa de Israel sea dispersada, serán juntados de nuevo;
19 O, en fin, después de que los gentiles hubieran recibido la plenitud del evangelio, las ramas naturales del olivo, o los remanentes de la casa de Israel, deberían ser injertados o llegar al conocimiento del verdadero Mesías, su Señor y su Redentor.

20 Y con este lenguaje profetizó mi padre y habló a mis hermanos;
21 Y también muchas otras cosas, que no escribo en este libro; porque he escrito tantas como me convenía en mi otro libro.
22 Y todas estas cosas de que he hablado, fueron hechas mientras mi padre habitaba en una tienda en el valle de Lemuel.
23 Y sucedió que después de que yo, Nefi, hube oído todas las palabras de mi padre acerca de las cosas que vio en una visión;
24 Y también las cosas que habló por el poder del Espíritu Santo; cuyo poder recibió por la fe en el Hijo de Dios;
25 Y el Hijo de Dios era el Mesías que había de venir;
26 Yo, Nefi, también deseaba poder ver, oír y saber estas cosas por el poder del Espíritu Santo, que es el don de Dios para todos aquellos que lo buscan diligentemente, así como en tiempos antiguos. como en el tiempo en que se manifestaría a los hijos de los hombres;
27 Porque él es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
28 Y el camino está preparado desde la fundación del mundo, si es que se arrepienten y vienen a él;
29 Porque el que con diligencia busca, hallará;
30 Y los misterios de Dios les serán revelados por el poder del Espíritu Santo, tanto en este tiempo como en tiempos antiguos;
31 Y tanto en tiempos pasados como en tiempos venideros;
32 Por lo tanto, el curso del Señor es un ciclo eterno.
33 Acuérdate, pues, oh hombre, que por todas tus obras serás llevado a juicio.
34 Por tanto, si habéis procurado hacer lo malo en los días de vuestra probación, seréis hallados impuros ante el tribunal de Dios;
35 Y ninguna cosa inmunda puede morar con Dios; por tanto, debéis ser desechados para siempre.
36 Y el Espíritu Santo me da autoridad para que hable estas cosas y no las niegue.
37 Porque aconteció que después que hube deseado saber las cosas que mi padre había visto, y creyendo que el Señor podía hacérmelas saber,
38 Mientras estaba sentado meditando en mi corazón, fui arrebatado por el Espíritu del Señor,
sí, a una montaña sumamente alta, que nunca antes había visto, y sobre la cual nunca antes había puesto mi pie.
39 Y me dijo el Espíritu: He aquí, ¿qué deseas?
40 Y dije: Deseo ver las cosas que vio mi padre.
41 Y el Espíritu me dijo: ¿Crees que tu padre vio el árbol del cual ha hablado?
42 Y dije: Sí, tú sabes que creo todas las palabras de mi padre.
43 Y cuando hube hablado estas palabras, el Espíritu clamó a gran voz, diciendo: Hosanna al Señor, Dios altísimo; porque él es Dios sobre toda la tierra, sí, sobre todo.
44 Y bendito eres tú, Nefi, porque crees en el Hijo del Dios Altísimo; por tanto, contemplarás las cosas que has deseado.
45 Y he aquí, esto te será dado por señal, que después de que hayas mirado el árbol que dio el fruto que probó tu padre, también verás a un hombre que desciende del cielo; ya él daréis testimonio; y después de haberlo presenciado, daréis testimonio de que es el Hijo de Dios.
46 Y sucedió que el Espíritu me dijo: ¡Mira! y miré y vi un árbol; y era semejante al árbol que mi padre había visto; y su belleza superaba con creces, sí, excedía a toda belleza; y su blancura excedía la blancura de la nieve caída.
47 Y aconteció que después que hube visto el árbol, dije al Espíritu: He aquí, me has mostrado el árbol que es más precioso que todo.
48 Y él me dijo: ¿Qué deseas?
49 Y le dije: Para saber su interpretación:
50 Porque le hablé como habla un hombre; porque vi que tenía forma de hombre; sin embargo, yo sabía que era el Espíritu del Señor; y él me hablaba como un hombre habla con otro.
51 Y aconteció que me dijo: ¡Mira! y miré como para mirarlo, y no lo vi; porque se había ido de delante de mi presencia.
52 Y aconteció que miré y vi la gran ciudad de Jerusalén, y también otras ciudades.
53 Y vi la ciudad de Nazaret: y en la ciudad de Nazaret vi una virgen, y era muy hermosa y blanca.
54 Y aconteció que vi abrirse los cielos; y un ángel descendió y se paró delante de mí; y me dijo: Nefi, ¿qué ves?
55 Y le dije: Una virgen, la más hermosa y hermosa entre todas las otras vírgenes.
56 Y me dijo: ¿Conoces la condescendencia de Dios?
57 Y le dije: Sé que ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas.
58 Y me dijo: He aquí, la virgen que tú ves es la madre del Hijo de Dios, según la carne.
59 Y aconteció que vi que ella fue llevada en el Espíritu;
60 Y después de haber sido transportada en el Espíritu por un espacio de tiempo, el ángel me habló, diciendo: ¡Mira!
61 Y miré y vi de nuevo a la virgen, trayendo un niño en sus brazos.
62 Y el ángel me dijo: ¡He aquí el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno!
63 ¿Sabes el significado del árbol que vio tu padre?
64 Y le respondí, diciendo: Sí, es el amor de Dios, que se derrama ampliamente en el corazón de los hijos de los hombres; por lo que es la más deseable sobre todas las cosas.
65 Y él me habló, diciendo: Sí, y el más gozoso para el alma.
66 Y después de haber dicho estas palabras, me dijo: ¡Mira! Y miré, y vi al Hijo de Dios que salía entre los hijos de los hombres:
67 Y vi a muchos postrarse a sus pies y adorarlo.
68 Y sucedió que vi que la barra de hierro que mi padre había visto era la palabra de Dios, que conducía a la fuente de aguas vivas, o sea, al árbol de la vida; cuyas aguas son representación del amor de Dios;
69 Y también vi que el árbol de la vida era una representación del amor de Dios.
70 Y el ángel me dijo otra vez: ¡Mira y he aquí la condescendencia de Dios!
71 Y miré y vi al Redentor del mundo, de quien mi padre había hablado;
72 Y también vi al profeta que debía preparar el camino delante de él.
73 Y el Cordero de Dios salió y fue bautizado por él;
74 Y después de que fue bautizado, vi los cielos abrirse, y el Espíritu Santo descender del cielo y reposar sobre él en forma de paloma.
75 Y vi que salió ministrando al pueblo con poder y gran gloria;
76 Y las multitudes se juntaron para oírle;
77 Y vi que lo echaban fuera de entre ellos.
78 Y también vi a otros doce siguiéndolo.
79 Y aconteció que fueron llevados en el Espíritu, de delante de mi rostro, y no los vi.
80 Y aconteció que el ángel me habló de nuevo, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi los cielos abrirse de nuevo,
81 Y vi ángeles que descendían sobre los hijos de los hombres; y les sirvieron.
82 Y volvió a hablarme, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi al Cordero de Dios que salía entre los hijos de los hombres.
83 Y vi multitudes de personas que estaban enfermas y afligidas con toda clase de enfermedades, y con demonios y espíritus inmundos;
84 Y el ángel habló y me mostró todas estas cosas.
85 Y fueron sanados por el poder del Cordero de Dios, y los demonios y los espíritus inmundos fueron echados fuera.
86 Y aconteció que el ángel me habló de nuevo, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi al Cordero de Dios, que había sido arrebatado por el pueblo; sí, el Hijo del Dios eterno fue juzgado por el mundo; y vi y doy testimonio.
87 Y yo, Nefi, vi que fue levantado sobre la cruz y muerto por los pecados del mundo.
88 Y después que fue inmolado, vi las multitudes de la tierra, que se juntaron para pelear contra los apóstoles del Cordero; porque así fueron llamados los doce por el ángel del Señor.
89 Y se reunió la multitud de la tierra;
90 Y vi que estaban en un edificio grande y espacioso, como el edificio que vio mi padre.
91 Y el ángel del Señor me habló de nuevo, diciendo: He aquí el mundo y su sabiduría;
92 Sí, he aquí, la casa de Israel se ha reunido para pelear contra los doce apóstoles del Cordero.
93 Y sucedió que vi y doy testimonio de que el edificio grande y espacioso era el orgullo del mundo;
94 Y cayó; y su ruina fue sobremanera grande.
95 Y el ángel del Señor me habló de nuevo, diciendo: Así será la destrucción de todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos que peleen contra los doce apóstoles del Cordero.
96 Y aconteció que el ángel me dijo: ¡Mira y contempla tu simiente, y también la simiente de tus hermanos!
97 Y miré, y vi la tierra de promisión;
98 Y vi multitudes de gente, sí, como en número como la arena del mar.
99 Y aconteció que vi multitudes reunidas para la batalla, unos contra otros; y vi guerras, y rumores de guerras, y grandes matanzas a espada entre mi pueblo.
100 Y aconteció que vi pasar muchas generaciones, según la manera de las guerras y contiendas en la tierra;
101 Y vi muchas ciudades, sí, aun que no las conté.
102 Y aconteció que vi un vapor de tinieblas sobre la faz de la tierra de promisión;
103 Y vi relámpagos, y oí truenos, y terremotos, y toda clase de ruidos tumultuosos;
104 Y vi la tierra y las rocas que se partieron;
105 Y vi montañas cayendo en pedazos;
106 Y vi las llanuras de la tierra, que estaban rotas;
107 Y vi muchas ciudades, que estaban hundidas;
108 Y vi a muchos que fueron quemados con fuego;
109 Y vi a muchos que cayeron a tierra a causa del temblor de la misma.
110 Y aconteció que después de ver estas cosas, vi el vapor de las tinieblas, que desapareció de la faz de la tierra;
111 Y he aquí, vi multitudes que habían caído a causa de los grandes y terribles juicios del Señor.
112 Y vi abrirse los cielos, y al Cordero de Dios que descendía del cielo; y él descendió y se mostró a ellos.
113 Y también vi y doy testimonio de que el Espíritu Santo cayó sobre otros doce, y fueron ordenados por Dios y escogidos.
114 Y el ángel me habló, diciendo: He aquí los doce discípulos del Cordero, que son escogidos para ministrar a tu posteridad.
115 Y me dijo: ¿Te acuerdas de los doce apóstoles del Cordero? He aquí ellos son los que juzgarán a las doce tribus de Israel:
116 Por tanto, los doce ministros de tu simiente serán juzgados por ellos; porque sois de la casa de Israel; y estos doce ministros que ves, juzgarán tu simiente.
117 Y he aquí, ellos son justos para siempre; porque a causa de su fe en el Cordero de Dios, sus vestidos se emblanquecen en su sangre.
118 Y el ángel me dijo: ¡Mira! Y miré, y vi pasar tres generaciones en justicia, y sus vestidos eran blancos, como el Cordero de Dios.
119 Y el ángel me dijo: Estos son emblanquecidos en la sangre del Cordero, a causa de su fe en él.
120 Y yo, Nefi, también vi a muchos de la cuarta generación, que fallecieron en rectitud.
121 Y sucedió que vi las multitudes de la tierra reunidas.
122 Y el ángel me dijo: He aquí tu simiente, y también la simiente de tus hermanos.
123 Y sucedió que miré y vi al pueblo de mi simiente reunido en multitudes contra la simiente de mis hermanos; y se juntaron para la batalla.
124 Y el ángel me habló, diciendo: He aquí la fuente de aguas sucias que vio tu padre; sí, incluso el río del que habló; y sus profundidades son las profundidades del infierno;
125 Y los vapores de tinieblas son las tentaciones del diablo, que ciega los ojos y endurece el corazón de los hijos de los hombres, y los conduce por caminos anchos, para que perezcan y se pierdan;
126 Y el edificio grande y espacioso que vio tu padre es vanidad y orgullo de los hijos de los hombres.
127 Y un grande y terrible abismo los divide; sí, sí, la palabra de la justicia del Dios eterno, y del Mesías que es el Cordero de Dios, de quien el Espíritu Santo da testimonio, desde el principio del mundo hasta este tiempo, y desde este tiempo en adelante y para siempre.
128 Y mientras el ángel hablaba estas palabras, miré y vi que la simiente de mis hermanos contendía contra mi simiente, de acuerdo con la palabra del ángel;
129 Y debido al orgullo de mi simiente ya las tentaciones del diablo, vi que la simiente de mis hermanos venció a la gente de mi simiente.
130 Y aconteció que miré y vi al pueblo de la simiente de mis hermanos, que habían vencido a mi simiente; y salieron en multitudes sobre la faz de la tierra.
131 Y los vi reunidos en multitudes;
132 Y vi guerras y rumores de guerras entre ellos; y en guerras y rumores de guerras vi pasar muchas generaciones.
133 Y el ángel me dijo: He aquí, éstos decaerán en la incredulidad.
134 Y aconteció que vi que después de haber decaído en la incredulidad, se convirtieron en un pueblo oscuro, repugnante e inmundo, lleno de ociosidad y toda clase de abominaciones.
135 Y aconteció que el ángel me habló, diciendo: ¡Mira! Y miré y vi muchas naciones y reinos.
136 Y el ángel me dijo: ¿Qué ves?
137 Y dije: Veo muchas naciones y reinos.
138 Y me dijo: Estas son las naciones y los reinos de los gentiles.
139 Y aconteció que vi entre las naciones de los gentiles el fundamento de una gran iglesia.
140 Y el ángel me dijo: He aquí el fundamento de una iglesia, que es la más abominable de todas las demás iglesias, que mata a los santos de Dios, sí, y los tortura y los ata, y los unce con un yugo de hierro, y los lleva en cautiverio.
141 Y sucedió que vi esta iglesia grande y abominable; y vi al diablo que él era el fundamento de ella.
142 Y vi también oro y plata, y sedas, y escarlatas, y lino fino torcido, y toda clase de vestidos preciosos; y vi muchas rameras.
143 Y el ángel me habló, diciendo: He aquí, el oro, la plata, las sedas, los escarlatas, el lino fino torcido, las vestiduras preciosas y las rameras son los deseos de esta iglesia grande y abominable. ;
144 Y también para alabanza del mundo destruyen a los santos de Dios, y los llevan al cautiverio.
145 Y sucedió que miré y vi muchas aguas; y dividieron a los gentiles de la simiente de mis hermanos.
146 Y aconteció que el ángel me dijo: ¡He aquí, la ira de Dios está sobre la simiente de tus hermanos!
147 Y miré, y vi a un hombre entre los gentiles, que fue separado de la simiente de mis hermanos por las muchas aguas; y vi que el Espíritu de Dios descendía y obraba sobre el hombre; y salió sobre las muchas aguas, aun a la descendencia de mis hermanos, que estaban en la tierra prometida.
148 Y aconteció que vi el Espíritu de Dios, que obraba sobre otros gentiles; y salieron del cautiverio, sobre las muchas aguas.
149 Y aconteció que vi muchas multitudes de gentiles sobre la tierra de promisión;
150 Y vi la ira de Dios que estaba sobre la simiente de mis hermanos; y fueron esparcidos delante de los gentiles, y fueron heridos.
151 Y vi el Espíritu del Señor, que estaba sobre los gentiles; que prosperaron, y obtuvieron la tierra por heredad; y vi que eran blancos, y muy bellos y hermosos, como mi pueblo antes de que los mataran.
152 Y sucedió que yo, Nefi, vi que los gentiles que habían salido del cautiverio se humillaron ante el Señor, y el poder del Señor estaba con ellos;
153 Y vi que sus madres gentiles estaban reunidas sobre las aguas, y también sobre la tierra, para pelear contra ellos;
154 Y vi que el poder de Dios estaba con ellos; y también que la ira de Dios estaba sobre todos los que se habían juntado contra ellos para la batalla.
155 Y yo, Nefi, vi que los gentiles que habían salido del cautiverio fueron librados por el poder de Dios de las manos de todas las demás naciones.
156 Y sucedió que yo, Nefi, vi que prosperaron en la tierra;
157 Y vi un libro, y fue llevado entre ellos.
158 Y el ángel me dijo: ¿Sabes el significado del libro?
159 Y le dije: No sé.
160 Y él dijo: He aquí, sale de la boca de un judío; y yo, Nefi, lo vi;
161 Y me dijo: El libro que ves es un registro de los judíos, que contiene los convenios del Señor que él ha hecho con la casa de Israel;
162 Y también contiene muchas de las profecías de los santos profetas;
163 Y es un registro como los grabados que están sobre las planchas de bronce, excepto que no son tantos; no obstante, contienen los convenios del Señor que él ha hecho con la casa de Israel;
164 Por tanto, son de gran valor para los gentiles.
165 Y el ángel del Señor me dijo: Has visto que el libro salió de la boca de un judío; y cuando procedía de la boca de un judío, contenía la claridad del evangelio del Señor, del cual dan testimonio los doce apóstoles; y dan testimonio conforme a la verdad que está en el Cordero de Dios:
166 Por tanto, estas cosas pasan de los judíos en pureza a los gentiles, conforme a la verdad que está en Dios:
167 Y después de que van de la mano de los doce apóstoles del Cordero, de los judíos a los gentiles, ves el fundamento de una iglesia grande y abominable, que es más abominable que todas las demás iglesias;
168 Porque he aquí, han quitado del evangelio del Cordero muchas partes que son claras y sumamente preciosas;
169 Y también han quitado muchos pactos del Señor;
170 Y todo esto lo han hecho para pervertir los caminos rectos del Señor; para cegar los ojos y endurecer el corazón de los hijos de los hombres:
171 Por tanto, ves que después que el libro ha salido por las manos de la iglesia grande y abominable, se han quitado muchas cosas claras y preciosas del libro, que es el libro del Cordero de Dios;
172 Y después que estas cosas claras y preciosas fueron quitadas, salió a todas las naciones de los gentiles:
173 Y después de que haya salido a todas las naciones de los gentiles, sí, incluso a través de las muchas aguas que has visto, con los gentiles que han salido del cautiverio;
174 Tú lo ves por las muchas cosas claras y preciosas que han sido quitadas del libro, las cuales eran claras al entendimiento de los hijos de los hombres, según la claridad que está en el Cordero de Dios;
175 A causa de estas cosas que se quitan del evangelio del Cordero, muchísimos tropiezan, sí, al grado de que Satanás tiene gran poder sobre ellos;
176 No obstante, ves que los gentiles que han salido de la cautividad, y han sido exaltados por el poder de Dios sobre todas las demás naciones sobre la faz de la tierra, que es escogida sobre todas las demás tierras,
177 Que es la tierra que el Señor Dios ha hecho convenio con tu padre que su simiente tendría como tierra de su herencia, no destruirá por completo la mezcla de tu simiente, que está entre tus hermanos;
178 Ni permitirá que los gentiles destruyan la simiente de tus hermanos;
179 Ni el Señor Dios permitirá que los gentiles permanezcan para siempre en ese terrible estado de ceguera en el que tú ves que están debido a las partes claras y más preciosas del evangelio del Cordero que han sido ocultadas por esa iglesia abominable. , cuya formación has visto.
180 Por tanto, dice el Cordero de Dios, seré misericordioso con los gentiles, hasta visitar al remanente de la casa de Israel en gran juicio.
181 Y aconteció que el ángel del Señor me habló, diciendo: He aquí, dice el Cordero de Dios, después de haber visitado al remanente de la casa de Israel, y este remanente del que hablo es la simiente de tu padre;
182 Por tanto, después que los haya visitado en el juicio, y los haya herido por mano de los gentiles;
183 Y después que los gentiles tropezaron en extremo a causa de las partes más claras y preciosas del evangelio del Cordero que han sido retenidas por esa abominable iglesia, que es la madre de las rameras, dice el Cordero, seré misericordioso con los gentiles en aquel día, de modo que les manifestaré con mi propio poder mucho de mi evangelio, el cual será claro y precioso, dice el Cordero;
184 Porque he aquí, dice el Cordero, me manifestaré a tu descendencia, para que escriban muchas cosas que les enseñaré, las cuales serán claras y preciosas;
185 Y después de que tu simiente sea destruida y disminuya en la incredulidad, y también la simiente de tus hermanos; he aquí, estas cosas serán escondidas, para manifestarse a los gentiles por el don y el poder del Cordero;
186 Y en ellas estará escrito mi evangelio, dice el Cordero, y mi roca y mi salvación;
187 Y benditos son aquellos que procuren sacar a luz mi Sion en ese día, porque tendrán el don y el poder del Espíritu Santo;
188 Y si perseveran hasta el fin, serán exaltados en el último día, y serán salvos en el reino eterno del Cordero;
189 Y quienes publiquen paz, sí, noticias de gran gozo, ¡cuán hermosos serán sobre las montañas!
190 Y aconteció que vi el remanente de la simiente de mis hermanos, y también el libro del Cordero de Dios, que había salido de la boca del judío, que salió de los gentiles, al remanente de la simiente de mis hermanos;
191 Y después que les llegó, vi otros libros que salieron por el poder del Cordero, de los gentiles a ellos, para convencer a los gentiles, y al resto de la posteridad de mis hermanos, y también a los judíos que estaban esparcidos por toda la faz de la tierra, que los anales de los profetas y de los doce apóstoles del Cordero son verdaderos.
192 Y el ángel me habló, diciendo: Estos últimos anales que has visto entre los gentiles establecerán la verdad de los primeros, que son los de los doce apóstoles del Cordero, y darán a conocer las cosas claras y preciosas que han sido quitado de ellos;
193 Y dará a conocer a todos los linajes, lenguas y pueblos, que el Cordero de Dios es el hijo del Padre Eterno, y el Salvador del mundo; y que todos los hombres deben venir a él o no pueden ser salvos;
194 Y tienen que venir de acuerdo con las palabras que serán establecidas por boca del Cordero;
195 Y las palabras del Cordero se darán a conocer en los anales de tu descendencia, así como en los anales de los doce apóstoles del Cordero;
196 Por tanto, ambos serán establecidos en uno;
197 Porque hay un solo Dios y un solo Pastor sobre toda la tierra;
198 Y viene el tiempo en que él se manifestará a todas las naciones, tanto a los judíos como a los gentiles;
199 Y después que se haya manifestado a los judíos y también a los gentiles; entonces se manifestará a los gentiles, y también a los judíos,
200 Y los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.
201 Y acontecerá que si los gentiles escuchan al Cordero de Dios en aquel día en que él se les manifestará en palabra, y también en poder, en hechos concretos, para quitarles los tropiezos , y no endurecen sus corazones contra el Cordero de Dios, serán contados entre la simiente de tu padre;
202 Sí, serán contados entre la casa de Israel;
203 Y serán un pueblo bendito en la tierra prometida para siempre;
204 Nunca más serán llevados al cautiverio;
205 Y la casa de Israel nunca más será avergonzada;
206 Y ese gran hoyo que ha sido cavado para ellos por esa iglesia grande y abominable, que fue fundada por el diablo y sus hijos, para que pudiera llevar las almas de los hombres al infierno;
207 Sí, ese gran hoyo que ha sido cavado para la destrucción de los hombres, será llenado por aquellos que lo cavaron, hasta su completa destrucción, dice el Cordero de Dios;
208 No la destrucción del alma, sino arrojarla a ese infierno que no tiene fin;
209 Porque he aquí, esto es conforme al cautiverio del diablo, y también conforme a la justicia de Dios, sobre todos los que obran iniquidad y abominación delante de él.
210 Y aconteció que el ángel me habló, Nefi, diciendo: Has visto que si los gentiles se arrepienten, les irá bien;
211 Y tú también sabes acerca de los convenios del Señor con la casa de Israel;
212 Y también has oído, que quien no se arrepienta, debe perecer;
213 Por tanto, ¡ay de los gentiles, si es que endurecen sus corazones contra el Cordero de Dios;
214 Porque viene el tiempo, dice el Cordero de Dios, en que haré una obra grande y maravillosa entre los hijos de los hombres;
215 Una obra que será eterna, ya sea por un lado o por el otro;
216 Ya sea para convencerlos para la paz y la vida eterna, o para liberarlos de la dureza de sus corazones y la ceguedad de sus mentes, para que sean llevados al cautiverio y también a la destrucción, tanto temporal como espiritualmente, según al cautiverio del diablo, del cual he hablado.
217 Y sucedió que cuando el ángel hubo hablado estas palabras, me dijo: ¿Recuerdas los convenios del Padre con la casa de Israel?
218 Le dije: Sí.
219 Y aconteció que me dijo: Mira y contempla esa iglesia grande y abominable, que es la madre de las abominaciones, cuyo fundador es el diablo.
220 Y él me dijo: He aquí, hay menos dos iglesias solamente:
221 La una es la iglesia del Cordero de Dios, y la otra es la iglesia del diablo;
222 Por tanto, quien no pertenece a la iglesia del Cordero de Dios, pertenece a esa gran iglesia, que es la madre de las abominaciones;
223 Y ella es la ramera de toda la tierra.
224 Y sucedió que miré y vi a la ramera de toda la tierra, y ella se sentó sobre muchas aguas;
225 Y ella tenía dominio sobre toda la tierra, entre todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos.
226 Y sucedió que vi la iglesia del Cordero de Dios, y sus números eran pocos, debido a la iniquidad y abominaciones de la ramera que estaba sentada sobre muchas aguas;
227 No obstante, vi que la iglesia del Cordero, que eran los santos de Dios, también estaban sobre toda la faz de la tierra;
228 Y sus dominios sobre la faz de la tierra eran pequeños, a causa de la maldad de la gran ramera que vi.
229 Y aconteció que vi que la gran madre de las abominaciones se reunió en multitudes sobre la faz de toda la tierra, entre todas las naciones de los gentiles, para pelear contra el Cordero de Dios.
230 Y sucedió que yo, Nefi, vi el poder del Cordero de Dios, que descendió sobre los santos de la iglesia del Cordero, y sobre el pueblo del convenio del Señor, que estaban esparcidos sobre toda la faz de la tierra;
231 Y estaban armados con justicia y con el poder de Dios en gran gloria.
232 Y aconteció que vi que la ira de Dios se derramó sobre la iglesia grande y abominable, al grado de que hubo guerras y rumores de guerras entre todas las naciones y razas de la tierra,
233 Y como empezó a haber guerras y rumores de guerras entre todas las naciones que pertenecían a la madre de las abominaciones, el ángel me habló, diciendo:
234 He aquí, la ira de Dios está sobre la madre de las rameras;
235 Y he aquí, tú ves todas estas cosas;
236 Y cuando llegue el día en que la ira de Dios se derrame sobre la madre de las rameras, que es la iglesia grande y abominable de toda la tierra, cuyo fundamento es el diablo,
237 Entonces, en ese día, la obra del Padre comenzará, preparando el camino para el cumplimiento de sus convenios que ha hecho con su pueblo, que es de la casa de Israel.
238 Y aconteció que el ángel me habló, diciendo: ¡Mira! Y miré y vi a un hombre, y estaba vestido con una túnica blanca;
239 Y el ángel me dijo: ¡He aquí uno de los doce apóstoles del Cordero!
240 He aquí, él verá y escribirá el resto de estas cosas;
241 Sí, y también muchas cosas que han sido;
242 Y también escribirá acerca del fin del mundo;
243 Por tanto, las cosas que escribirá son justas y verdaderas;
244 Y he aquí, están escritos en el libro que viste salir de la boca del judío;
245 Y en el momento en que salieron de la boca del judío, o, en el momento en que el libro salió de la boca del judío, las cosas que estaban escritas eran claras y puras, y sumamente preciosas y fáciles de entender. todos los hombres.
246 Y he aquí, las cosas que escribirá este apóstol del Cordero, son muchas cosas que tú has visto;
247 Y he aquí, verás el resto;
248 Pero las cosas que verás después, no las escribirás; porque el Señor Dios ha puesto al apóstol del Cordero de Dios que los escriba.
249 Y también a otros que han sido, a ellos les ha mostrado todas las cosas, y ellos las han escrito;
250 Y están sellados para salir en su pureza según la verdad que está en el Cordero, en el debido tiempo del Señor, a la casa de Israel.
251 Y yo, Nefi, oí y doy testimonio de que el nombre del apóstol del Cordero era Juan, según la palabra del ángel.
252 Y he aquí, a mí, Nefi, se me prohíbe escribir el resto de las cosas que vi y oí; por tanto, las cosas que he escrito me bastan;
253 Y no he escrito sino una pequeña parte de las cosas que vi.
254 Y doy testimonio de que vi las cosas que vio mi padre, y el ángel del Señor me las hizo saber.
255 Y ahora termino de hablar acerca de las cosas que vi, siendo llevado en el Espíritu;
256 Y si todas las cosas que vi no están escritas, las cosas que he escrito son verdaderas. Y así es. Amén.

 

1 Nefi, Capítulo 4
1 Y sucedió que después que yo, Nefi, fui transportado por el Espíritu y vi todas estas cosas, regresé a la tienda de mi padre.
2 Y aconteció que miré a mis hermanos, y estaban discutiendo el uno con el otro acerca de las cosas que mi padre les había dicho;
3 Porque en verdad les habló muchas cosas grandiosas, que eran difíciles de entender, a menos que uno consultara al Señor;
4 Y siendo ellos duros de corazón, no miraron al Señor como debían.
5 Y ahora yo, Nefi, estaba afligido por la dureza de sus corazones, y también por las cosas que había visto, y sabía que inevitablemente sucederían debido a la gran iniquidad de los hijos de los hombres.
6 Y aconteció que fui vencido a causa de mis aflicciones, porque consideré que mis aflicciones eran mayores que todas, a causa de las destrucciones de mi pueblo; porque había visto su caída.
7 Y aconteció que después que hube recibido fuerzas, hablé a mis hermanos, deseando saber de ellos la causa de sus disputas.
8 Y dijeron: He aquí, no podemos entender las palabras que nuestro padre ha dicho acerca de las ramas naturales del olivo, y también acerca de los gentiles.
9 Y les dije: ¿Habéis consultado al Señor?
10 Y me dijeron: No tenemos; porque el Señor no nos hace saber tal cosa.
11 He aquí, les dije: ¿Cómo es que no guardáis los mandamientos del Señor?
12 ¿Cómo es que pereceréis a causa de la dureza de vuestros corazones?
13 ¿No os acordáis de las cosas que ha dicho el Señor: Si no endurecéis vuestros corazones, y me pedís con fe, creyendo que recibiréis, con diligencia en guardar mis mandamientos, ciertamente, estas cosas os serán dadas a conocer ?
14 He aquí, os digo, que la casa de Israel fue comparada a un olivo, por el Espíritu del Señor que estaba en nuestros padres;
15 Y he aquí, ¿no somos desgajados de la casa de Israel; ¿Y no somos nosotros una rama de la casa de Israel?
16 Y ahora bien, lo que nuestro padre quiso decir con respecto al injerto de las ramas naturales a través de la plenitud de los gentiles, es que en los últimos días, cuando nuestra descendencia se haya extinguido en la incredulidad, sí, por el espacio de muchos años y muchas generaciones, después que el Mesías sea manifestado en cuerpo a los hijos de los hombres, entonces la plenitud del evangelio del Mesías vendrá a los gentiles, y de los gentiles al remanente de nuestra posteridad;
17 Y en aquel día el resto de nuestra descendencia sabrá que son de la casa de Israel, y que son el pueblo del convenio del Señor;
18 Y entonces conocerán y llegarán al conocimiento de sus antepasados, y también al conocimiento del evangelio de su Redentor, que fue ministrado a sus padres por él;
19 Por tanto, llegarán al conocimiento de su Redentor, y de los puntos mismos de su doctrina, para que sepan cómo venir a él y ser salvos.
20 Y entonces, en ese día, ¿no se regocijarán y darán alabanza a su Dios eterno, su roca y su salvación?
21 Sí, en ese día, ¿no recibirán la fuerza y el alimento de la vid verdadera?
22 Sí, ¿no vendrán al verdadero redil de Dios?
23 He aquí, os digo que sí: serán recordados otra vez entre la casa de Israel;
24 Serán injertados, siendo una rama natural del olivo, en el olivo verdadero;
25 Y esto es lo que nuestro padre quiere decir;
26 Y quiere decir que no sucederá hasta que sean esparcidos por los gentiles;
27 Y quiere decir que vendrá por medio de los gentiles, para que el Señor pueda mostrar su poder a los gentiles, por la misma razón de que será rechazado por los judíos o por la casa de Israel:
28 Por tanto, nuestro padre no ha hablado solamente de nuestra descendencia, sino también de toda la casa de Israel, señalando el pacto que se cumplirá en los últimos días;
29 El cual pacto hizo el Señor con nuestro padre Abraham, diciendo: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.
30 Y sucedió que yo, Nefi, les hablé mucho acerca de estas cosas;
31 Sí, les hablé concerniente a la restauración de los judíos en los últimos días;
32 Y les repetí las palabras de Isaías, que habló concerniente a la restauración de los judíos, o sea, de la casa de Israel;
33 Y después de que fueran restaurados, no serían más confundidos, ni serían esparcidos otra vez.
34 Y aconteció que hablé muchas palabras a mis hermanos, que se apaciguaron y se humillaron delante del Señor.
35 Y aconteció que me hablaron de nuevo, diciendo: ¿Qué significa esto que vio nuestro padre en un sueño?
36 ¿Qué significa el árbol que vio?
37 Y les dije: Era una representación del árbol de la vida.
38 Y me dijeron: ¿Qué significa la barra de hierro que vio nuestro padre, que conducía al árbol?
39 Y les dije que era la palabra de Dios; y quienes escucharan la palabra de Dios y se aferraran a ella, no perecerían jamás;
40 Ni las tentaciones ni los dardos de fuego del adversario pudieron vencerlos hasta la ceguera, para llevarlos a la destrucción.
41 Por tanto, yo, Nefi, los exhorté a prestar atención a la palabra del Señor;
42 Sí, los exhorté con todas las energías de mi alma y con toda la facultad que poseía, a que dieran oído a la palabra de Dios y se acordaran de guardar sus mandamientos siempre, en todas las cosas.
43 Y me dijeron: ¿Qué significa el río de agua que vio nuestro padre?
44 Y les dije, que el agua que vio mi padre, era inmundicia;
45 Y su mente estaba tan absorta en otras cosas, que no vio la inmundicia del agua;
46 Y les dije que era un abismo terrible que separaba a los impíos del árbol de la vida, y también de los santos de Dios.
47 Y les dije que era una representación de aquel terrible infierno, que el ángel me dijo que estaba preparado para los impíos.
48 Y les dije que nuestro padre también vio que la justicia de Dios también dividía a los inicuos de los justos;
49 Y su resplandor era como el resplandor de una llama de fuego, que asciende hacia Dios por los siglos de los siglos, y no tiene fin.
50 Y me dijeron: ¿Significa esto el tormento del cuerpo en los días de prueba, o significa el estado final del alma después de la muerte del cuerpo temporal, o habla de las cosas que son temporales? ?
51 Y aconteció que les dije que era una representación de cosas tanto temporales como espirituales;
52 Porque llegaría el día en que tendrían que ser juzgados por sus obras, sí, aun las obras que fueron hechas por el cuerpo temporal en sus días de prueba;
53 Por lo tanto, si mueren en su iniquidad, deben ser desechados también, en cuanto a las cosas que son espirituales, que pertenecen a la justicia;
54 Por tanto, deben comparecer ante Dios para ser juzgados por sus obras:
55 Y si sus obras han sido inmundicias, es necesario que sean inmundas:
56 Y si son inmundos, es necesario que no puedan morar en el reino de Dios:
57 Si es así, el reino de Dios debe ser inmundo también.
58 Mas he aquí, os digo que el reino de Dios no es inmundo, y ninguna cosa inmunda puede entrar en el reino de Dios;
59 Por tanto, es necesario que haya un lugar de inmundicia preparado para lo que es inmundo.
60 Y hay un lugar preparado, sí, ese terrible infierno del que he hablado, y el diablo es su fundamento;
61 Por tanto, el estado final de las almas de los hombres es morar en el reino de Dios, o ser echados fuera a causa de esa justicia de la que he hablado;
62 Por tanto, los impíos son rechazados por los justos y también por el árbol de la vida, cuyo fruto es el más precioso y el más deseable de todos los demás frutos:
63 Sí, y es el mayor de todos los dones de Dios.
64 Y así hablé a mis hermanos. Amén.

 

1 Nefi, Capítulo 5
1 Y sucedió que después que yo, Nefi, terminé de hablar con mis hermanos, he aquí, me dijeron: Nos has declarado cosas difíciles, más de lo que podemos soportar.
2 Y aconteció que les dije que sabía que había hablado cosas duras contra los inicuos, conforme a la verdad; y he justificado a los justos, y he dado testimonio de que serían exaltados en el día postrero; por tanto, los culpables toman la verdad como dura, porque los hiere hasta el mismo centro.
3 Y ahora bien, hermanos míos, si fuerais justos y estuvierais dispuestos a escuchar la verdad y a prestarle atención para andar rectamente delante de Dios, entonces no murmuraríais a causa de la verdad y diríais: Tú hablas cosas duras contra nosotros.
4 Y sucedió que yo, Nefi, exhorté a mis hermanos con toda diligencia a guardar los mandamientos del Señor.
5 Y sucedió que se humillaron delante del Señor; tanto que tuve gozo y grandes esperanzas en ellos, que andarían por sendas de justicia.
6 Ahora bien, todas estas cosas fueron dichas y hechas, habitando mi padre en una tienda en el valle que él llamaba Lemuel.
7 Y sucedió que yo, Nefi, tomé por esposa a una de las hijas de Ismael; y también mis hermanos tomaron de las hijas de Ismael por esposa; y también, Zoram tomó a la hija mayor de Ismael por esposa.
8 Y así mi padre había cumplido todos los mandamientos del Señor que le habían sido dados.
9 Y también, yo, Nefi, había sido sumamente bendecido por el Señor.
10 Y aconteció que la voz del Señor habló a mi padre por la noche, y le ordenó que al día siguiente emprendiera su viaje al desierto.
11 Y sucedió que cuando mi padre se levantó por la mañana y salió a la puerta de la tienda, para su gran asombro, vio en el suelo una bola redonda, de curiosa hechura; y era de bronce fino.
12 Y dentro de la bola había dos husos; y el que señaló el camino por donde debemos ir al desierto.
13 Y sucedió que reunimos todas las cosas que debíamos llevar al desierto, y todo el resto de nuestras provisiones que el Señor nos había dado;
14 Y tomamos semilla de todo tipo, para llevarla al desierto.
15 Y sucedió que tomamos nuestras tiendas y partimos hacia el desierto, al otro lado del río Lamán.
16 Y aconteció que viajamos por el espacio de cuatro días, casi en dirección sur, sureste, y volvimos a armar nuestras tiendas; y llamamos el nombre del lugar Shazer.
17 Y aconteció que tomamos nuestros arcos y nuestras flechas, y salimos al desierto, a cazar alimento para nuestras familias; y después que hubimos sacrificado alimento para nuestras familias, volvimos de nuevo a nuestras familias en el desierto, al lugar de Shazer.

18 Y salimos de nuevo, en el desierto, siguiendo la misma dirección, manteniéndonos en las partes más fértiles del desierto, que estaban en las fronteras cerca del Mar Rojo.
19 Y aconteció que viajamos por el espacio de muchos días, matando comida por el camino, con nuestros arcos y nuestras flechas, y nuestras piedras y nuestras hondas;
20 Y seguimos las instrucciones de la bola, que nos condujo a las partes más fértiles del desierto.
21 Y después de haber viajado por el espacio de muchos días, armamos nuestras tiendas por el espacio de un tiempo, para que pudiéramos descansar nuevamente y obtener alimento para nuestras familias.
22 Y sucedió que cuando yo, Nefi, salí a matar, he aquí, rompí mi arco, que estaba hecho de acero fino; y después que rompí mi arco, he aquí, mis hermanos se enojaron conmigo por la pérdida de mi arco, porque no teníamos alimento.
23 Y aconteció que volvimos sin comida a nuestras familias.
24 Y estando muy fatigados por el camino, sufrieron mucho por falta de alimento.
25 Y aconteció que Lamán y Lemuel, y los hijos de Ismael, comenzaron a murmurar en extremo a causa de sus sufrimientos y aflicciones en el desierto; y también mi padre comenzó a murmurar contra el Señor su Dios; sí, y todos se entristecieron en extremo, hasta el punto de murmurar contra el Señor.
26 Ahora bien, aconteció que yo, Nefi, habiendo sido afligido con mis hermanos a causa de la pérdida de mi arco; y sus arcos, habiendo perdido su resorte, comenzó a ser sumamente difícil, sí, tanto que no podíamos obtener comida.
27 Y aconteció que yo, Nefi, hablé mucho a mis hermanos, porque habían vuelto a endurecer sus corazones, hasta el punto de quejarse contra el Señor su Dios.
28 Y sucedió que yo, Nefi, hice un arco de madera, y una flecha de un palo recto; por tanto, me armé con un arco y una flecha, con una honda y con piedras.
29 Y dije a mi padre: ¿Adónde iré para obtener alimento?
30 Y aconteció que consultó al Señor, porque se habían humillado a causa de mi palabra; porque les dije muchas cosas con la energía de mi alma.
31 Y sucedió que la voz del Señor vino a mi padre; y fue verdaderamente castigado por sus murmuraciones contra el Señor, tanto que fue hundido en las profundidades del dolor.
32 Y aconteció que la voz del Señor le dijo: ¡Mira la bola, y mira las cosas que están escritas!
33 Y sucedió que cuando mi padre vio las cosas que estaban escritas en la bola, tuvo miedo y tembló en extremo; y también mis hermanos, y los hijos de Ismael, y nuestras mujeres.
34 Y aconteció que yo, Nefi, vi los punteros que estaban en la bola, que obraron de acuerdo con la fe, la diligencia y la atención que les dimos.
35 Y también había escrito en ellos una escritura nueva, que era fácil de leer, la cual nos hizo entender acerca de los caminos del Señor; y se escribía y cambiaba de cuando en cuando, según la fe y diligencia que le dábamos.
36 Y así vemos, que por pequeños medios, el Señor puede realizar grandes cosas.
37 Y sucedió que yo, Nefi, subí a la cima de la montaña, de acuerdo con las instrucciones que se dieron en la bola.
38 Y sucedió que maté bestias salvajes, al grado de que obtuve alimento para nuestras familias.
39 Y sucedió que regresé a nuestras tiendas, llevando las bestias que había matado;
40 Y ahora, cuando vieron que había obtenido comida, ¡cuán grande fue su alegría!
41 Y sucedió que se humillaron ante el Señor y le dieron gracias.
42 Y aconteció que emprendimos de nuevo nuestro viaje, viajando casi por el mismo curso que al principio;
43 Y después de haber viajado por el espacio de muchos días, volvimos a armar nuestras tiendas, para que pudiéramos demorarnos por el espacio de un tiempo.
44 Y sucedió que Ismael murió, y fue sepultado en el lugar llamado Nahom.
45 Y aconteció que las hijas de Ismael se lamentaron sobremanera a causa de la pérdida de su padre, ya causa de sus aflicciones en el desierto;
46 Y murmuraron contra mi padre, porque él los había sacado de la tierra de Jerusalén, diciendo: Nuestro padre ha muerto; sí, y hemos vagado mucho por el desierto, y hemos sufrido mucha aflicción, hambre, sed y fatiga; y después de todos estos sufrimientos, debemos perecer de hambre en el desierto.
47 Y así murmuraron contra mi padre, y también contra mí; y estaban deseosos de volver otra vez a Jerusalén.
48 Y Lamán dijo a Lemuel, y también a los hijos de Ismael: He aquí, matemos a nuestro padre, y también a nuestro hermano Nefi, quien se ha encargado de ser nuestro gobernante y nuestro maestro, quienes son sus hermanos mayores.
49 Ahora, él dice que el Señor ha hablado con él, ¡y también que los ángeles le han servido!
50 Mas he aquí, sabemos que nos miente; y él nos dice estas cosas, y obra muchas cosas con sus astutas artes, para engañar nuestros ojos, pensando, tal vez, que puede llevarnos a algún desierto extraño;
51 Y después de habernos llevado, ha pensado hacerse rey y gobernante sobre nosotros, para hacer con nosotros según su voluntad y placer.
52 Y de esta manera mi hermano Lamán incitó a ira sus corazones.
53 Y sucedió que el Señor estaba con nosotros; sí, aun la voz del Señor vino y les habló muchas palabras, y los castigó en extremo;
54 Y después que fueron disciplinados por la voz del Señor, apartaron su ira y se arrepintieron de sus pecados, de tal manera que el Señor nos bendijo de nuevo con alimento, para que no pereciéramos.
55 Y aconteció que nuevamente emprendimos nuestro viaje por el desierto; y viajamos casi hacia el este, desde ese momento en adelante.
56 Y viajamos y vadeamos a través de mucha aflicción en el desierto; y nuestras mujeres dieron a luz hijos en el desierto.
57 Y tan grandes fueron las bendiciones del Señor sobre nosotros, que mientras vivíamos de carne cruda en el desierto, nuestras mujeres amamantaron en abundancia a sus hijos, y eran fuertes, sí, aun como los hombres; y comenzaron a sobrellevar sus viajes sin murmuraciones.
58 Y así vemos que los mandamientos de Dios deben cumplirse.
59 Y si es que los hijos de los hombres guardan los mandamientos de Dios, él los nutre, los fortalece y proporciona los medios por los cuales pueden cumplir lo que les ha mandado;
60 Por lo tanto, él nos proveyó medios mientras esperábamos en el desierto.
61 Y peregrinamos por el espacio de muchos años, sí, hasta ocho años en el desierto.
62 Y llegamos a la tierra que llamamos Abundancia, a causa de su abundante fruta, y también de miel silvestre;
63 Y todas estas cosas fueron preparadas por el Señor, para que no perezcamos.
64 Y vimos el mar, al que llamamos Irreantum, que traducido es, muchas aguas.
65 Y sucedió que plantamos nuestras tiendas a la orilla del mar;
66 Y a pesar de que habíamos sufrido muchas aflicciones y muchas dificultades, sí, tantas que no podemos escribirlas todas, nos regocijamos sobremanera cuando llegamos a la orilla del mar;
67 Y llamamos a aquel lugar Abundancia, por la abundancia de sus frutos.
68 Y sucedió que después que yo, Nefi, estuve en la tierra de Abundancia
por espacio de muchos días vino a mí la voz del Señor, diciendo: Levántate, y sube al monte.
69 Y aconteció que me levanté y subí a la montaña, y clamé al Señor.
70 Y aconteció que el Señor me habló, diciendo: Construirás un barco, conforme a la manera que te mostraré, para que yo pueda llevar a tu pueblo a través de estas aguas.
71 Y dije: Señor, ¿adónde iré para hallar mineral para fundir, para
hacer herramientas para construir el barco, de la manera que me has mostrado?
72 Y aconteció que el Señor me dijo adónde debía ir a buscar mineral para fabricar herramientas.
73 Y sucedió que yo, Nefi, hice fuelles con pieles de animales para avivar el fuego;
74 Y después que hube hecho un fuelle, para tener con qué avivar el fuego, golpeé dos piedras para hacer fuego.
75 Porque hasta ahora el Señor no había permitido que encendiésemos mucho fuego, mientras viajábamos por el desierto;
76 Porque él dijo: Haré que tu comida se vuelva dulce, para que no la cocines;
77 Y seré también vuestra luz en el desierto;
78 Y prepararé el camino delante de vosotros, si es que guardáis mis mandamientos;
79 Por tanto, si guardáis mis mandamientos, seréis conducidos hacia la tierra prometida; y sabréis que es por mí que sois guiados.
80 Sí, y el Señor dijo también que después de que hayáis llegado a la tierra prometida, sabréis que yo, el Señor, soy Dios;
81 y que yo, el Señor, os libré de la destrucción;
82 Sí, yo os saqué de la tierra de Jerusalén.
83 Por tanto, yo, Nefi, me esforcé por guardar los mandamientos del Señor, y exhorté a mis hermanos a la fidelidad y la diligencia.
84 Y sucedió que hice herramientas del mineral que fundí de la roca.
85 Y cuando mis hermanos vieron que yo estaba a punto de construir un barco, comenzaron a murmurar contra mí, diciendo:
86 Nuestro hermano es un necio, porque piensa que puede construir un barco;
87 Sí, y él también piensa que puede cruzar estas grandes aguas.
88 Y así mis hermanos se quejaron contra mí, y deseaban no trabajar, porque no creían que yo pudiera construir un barco;
89 Ni creerían que yo fui instruido por el Señor.
90 Y sucedió que yo, Nefi, estaba muy apenado por la dureza de sus corazones;
91 Y ahora, cuando vieron que comenzaba a entristecerme, se alegraron en sus corazones, al grado de que se regocijaron por mí, diciendo:
92 Sabíamos que no sabríais construir un barco, porque sabíamos que erais faltos de juicio; por tanto, no puedes realizar una obra tan grande;
93 Y tú eres como nuestro padre, llevado por las necias imaginaciones de su corazón;
94 Sí, él nos ha sacado de la tierra de Jerusalén; y hemos vagado por el desierto durante estos muchos años;
95 Y nuestras mujeres se han afanado, siendo preñadas; y han dado a luz hijos en el desierto y han padecido todas las cosas, excepto la muerte;
96 Y hubiera sido mejor que hubieran muerto, antes de salir de Jerusalén, que haber sufrido estas aflicciones.
97 He aquí, estos muchos años que hemos sufrido en el desierto, tiempo durante el cual podríamos haber disfrutado de nuestras posesiones, y de la tierra de nuestra heredad; sí, y podríamos haber sido felices;
98 Y sabemos que el pueblo que estaba en la tierra de Jerusalén era un pueblo justo;
99 Porque guardaron los estatutos y los juicios del Señor, y todos sus mandamientos conforme a la ley de Moisés; por tanto, sabemos que son un pueblo justo;
100 Y nuestro padre los ha juzgado, y nos ha desviado porque quisimos escuchar su palabra;
101 Sí, y nuestro hermano es como él.
102 Y de esta manera mis hermanos murmuraron y se quejaron contra nosotros.
103 Y aconteció que yo, Nefi, les hablé, diciendo: ¿Creéis que nuestros padres, que fueron los hijos de Israel, habrían sido arrebatados de las manos de los egipcios, si no hubieran escuchado las palabras del Señor?
104 Sí, ¿suponéis que habrían sido sacados de la servidumbre, si el Señor no le hubiera mandado a Moisés que los sacara de la esclavitud?
105 Ahora sabéis que los hijos de Israel estaban en servidumbre; y sabéis que estaban cargados de tareas que eran difíciles de llevar;
106 Por tanto, sabéis que tiene que ser bueno para ellos que sean sacados de la esclavitud.
107 Ahora sabéis que el Señor le ordenó a Moisés que hiciera esa gran obra;
108 Y sabéis que por su palabra las aguas del Mar Rojo fueron divididas aquí y allá, y pasaron en seco.
109 Pero vosotros sabéis que los egipcios se ahogaron en el Mar Rojo, que eran los ejércitos de Faraón;
110 Y también sabéis que fueron alimentados con maná en el desierto;
111 Sí, y también sabéis que Moisés, por su palabra, según el poder de Dios que estaba en él, golpeó la roca, y brotó agua, para que los hijos de Israel saciaran su sed;
112 Y a pesar de que eran guiados, el Señor su Dios, su Redentor, yendo delante de ellos, guiándolos de día y alumbrándolos de noche, y haciendo por ellos todas las cosas que era conveniente que el hombre recibiera, endurecieron sus corazones, y cegó sus entendimientos, y ultrajó a Moisés y al Dios vivo y verdadero.
113 Y sucedió que de acuerdo con su palabra, los destruyó;
114 Y de acuerdo con su palabra, él los guió;
115 Y de acuerdo con su palabra, él hizo todas las cosas por ellos;
116 Y nada se hizo sino por su palabra.
117 Y después de haber cruzado el río Jordán, él los fortaleció, hasta el punto de expulsar a los hijos de la tierra, sí, hasta su dispersión hasta la destrucción.
118 Y ahora, ¿suponéis que los hijos de esta tierra, que estaban en la tierra de promisión, que fueron expulsados por nuestros padres, suponéis que eran justos? He aquí, os digo que no.
119 ¿Pensáis que nuestros padres hubieran sido más escogidos que ellos, si hubieran sido justos?
120 Os digo que no;
121 He aquí, el Señor estima toda carne en una.
122 El que es justo, es favorecido por Dios.
123 Pero he aquí, este pueblo había rechazado toda palabra de Dios, y estaban maduros en iniquidad; y la plenitud de la ira de Dios fue sobre ellos;
124 Y el Señor maldijo la tierra contra ellos, y la bendijo para nuestros padres; sí, lo maldijo contra ellos hasta su destrucción;
125 Y lo bendijo a nuestros padres, hasta que obtuvieron poder sobre él.
126 He aquí, el Señor ha creado la tierra para que sea habitada;
127 Y ha creado a sus hijos para que la posean.
128 Y levanta una nación justa; y destruye las naciones de los impíos.
129 Y conduce a los justos a tierras preciosas, ya los inicuos los destruye, y les maldice la tierra por causa de ellos.
130 El domina en lo alto de los cielos, porque es su trono, y esta tierra es el estrado de sus pies.
131 Y ama a los que quieren que él sea su Dios.
132 He aquí, él amó a nuestros padres; e hizo convenio con ellos, sí, con Abraham, Isaac y Jacob; y se acordó de los convenios que había hecho;
133 Por tanto, él los sacó de la tierra de Egipto, y los enderezó en el desierto con su vara, porque endurecieron sus corazones, tal como ustedes lo han hecho; y el Señor los enderezó a causa de su iniquidad.
134 Envió entre ellos serpientes voladoras; y después que fueron mordidos, preparó el camino para que pudieran ser sanados;
135 ¡Y el trabajo que tenían que realizar era mirar! y por causa de la sencillez del camino, o de la facilidad del mismo, fueron muchos los que perecieron.
136 Y endurecieron sus corazones de vez en cuando, e injuriaron a Moisés, y también a Dios;
137 No obstante, sabéis que fueron conducidos por su poder incomparable a la tierra de promisión.
138 Y ahora, después de todas estas cosas, ha llegado el momento en que se han vuelto inicuos, sí, casi hasta la madurez;
139 Y no sé, pero en este día están a punto de ser destruidos;
140 Porque sé que seguramente llegará el día en que serán destruidos, excepto unos pocos que serán llevados al cautiverio;
141 Por tanto, el Señor ordenó a mi padre que se fuera al desierto;
142 Y los judíos también procuraban quitarle la vida; sí, y también habéis procurado quitarle la vida;
143 Por tanto, sois homicidas en vuestros corazones, y sois como ellos.
144 Vosotros sois prontos para cometer iniquidad, pero tardos para acordaros del Señor vuestro Dios.
145 Vosotros habéis visto un ángel, y él os habló; sí, habéis oído su voz de vez en cuando;
146 Y él os ha hablado en una voz suave y apacible, pero estabais más allá del sentimiento, de modo que no podíais sentir sus palabras;
147 Por lo tanto, él les ha hablado como la voz de un trueno, que hizo temblar la tierra como si fuera a dividirse en dos.
148 Y también sabéis que por el poder de su palabra todopoderosa él puede hacer que la tierra pase;
149 Sí, y sabéis que por su palabra él puede suavizar los lugares ásperos, y quebrar los lugares llanos.
150 Oh, entonces, ¿por qué podéis ser tan duros en vuestros corazones?
151 He aquí, mi alma está desgarrada de angustia por causa de vosotros, y mi corazón está afligido; temo que seáis desechados para siempre.
152 He aquí, estoy lleno del Espíritu de Dios, de tal manera que mi cuerpo no tiene fuerza.
153 Y sucedió que cuando hube hablado estas palabras, se enojaron conmigo y deseaban arrojarme a lo profundo del mar;
154 Y cuando se acercaron para imponerme las manos, les hablé, diciendo: En el nombre del Dios Todopoderoso, les ordeno que no me toquen, porque estoy lleno del poder de Dios, aun hasta el consumiendo de mi carne;
155 Y cualquiera que pusiere sus manos sobre mí, se secará como una caña seca; y será como nada ante el poder de Dios, porque Dios lo herirá.
156 Y aconteció que yo, Nefi, les dije que no murmuraran más contra su padre, ni que me negaran su labor, porque Dios me había mandado que construyera un barco.
157 Y les dije: Si Dios me hubiera mandado hacer todas las cosas, yo podría hacerlas.
158 Si él me mandara que dijera a esta agua: Sé tierra, debería ser tierra; y si lo dijera, se haría.
159 Y ahora, si el Señor tiene tan gran poder, y ha obrado tantos milagros entre los hijos de los hombres, ¿cómo es que no puede instruirme para que construya un barco?
160 Y sucedió que yo, Nefi, dije muchas cosas a mis hermanos, de tal manera que quedaron confundidos y no pudieron contender contra mí;
161 Ni se atrevieron a ponerme las manos encima, ni a tocarme con los dedos, ni siquiera por el espacio de muchos días.
162 Ahora bien, no se atrevieron a hacer esto, para no marchitarse delante de mí, tan poderoso era el Espíritu de Dios; y así había obrado en ellos.
163 Y aconteció que el Señor me dijo: Extiende tu mano de nuevo hacia tus hermanos, y no se marchitarán delante de ti, sino que los heriré, dijo el Señor; y esto haré para que sepan que yo soy el Señor su Dios.
164 Y aconteció que extendí mi mano hacia mis hermanos, y no se marchitaron delante de mí; pero el Señor los hizo temblar, conforme a la palabra que había hablado.
165 Y ahora dijeron: Sabemos con certeza que el Señor está contigo, porque sabemos que es el poder del Señor que nos ha sacudido.
166 Y se postraron delante de mí, y estaban a punto de adorarme, pero no los permití, diciendo: Soy tu hermano, sí, aun tu hermano menor;
167 Por tanto, adorad al Señor vuestro Dios; y honra a tu padre ya tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te dará.
168 Y sucedió que adoraron al Señor y salieron conmigo; y trabajábamos maderas de curiosa mano de obra.
169 Y el Señor me mostró de vez en cuando cómo debía trabajar las maderas del barco.
170 Ahora bien, yo, Nefi, no labré las maderas según la manera aprendida por los hombres, ni construí el barco según la manera de los hombres;
171 Pero la edifiqué de la manera que el Señor me había mostrado; por tanto, no fue a la manera de los hombres.
172 Y yo, Nefi, subía al monte con frecuencia y oraba con frecuencia al Señor; por tanto, el Señor me mostró grandes cosas.
173 Y aconteció que después que hube terminado el barco de acuerdo con la palabra del Señor, mis hermanos vieron que era bueno y que su hechura era sumamente fina;
174 Por tanto, se humillaron de nuevo ante el Señor.
175 Y aconteció que la voz del Señor vino a mi padre, que nos levantáramos y fuéramos a la barca.
176 Y aconteció que al día siguiente, después de haber preparado todas las cosas, mucha fruta y carne del desierto, y miel en abundancia, y provisiones, conforme a lo que el Señor nos había mandado,
177 Descendimos a la barca con toda nuestra carga y nuestras semillas, y todo lo que habíamos traído, cada uno según su edad;
178 Por lo tanto, todos bajamos al barco, con nuestras esposas y nuestros hijos.
179 Y ahora bien, mi padre había engendrado dos hijos en el desierto; el mayor se llamaba Jacob, y el menor, José.
180 Y aconteció que después que todos hubimos bajado al barco, y hubimos tomado con nosotros nuestras provisiones y las cosas que nos habían ordenado,
181 Nos hicimos a la mar, y fuimos empujados por el viento, hacia la tierra prometida;
182 Y después de haber sido empujados por el viento por el espacio de muchos días, he aquí, mis hermanos, y los hijos de Ismael, y también sus esposas, comenzaron a divertirse, tanto que comenzaron a bailar y a cantar. , y hablar con mucha rudeza,
183 Sí, incluso que olvidaron por qué poder habían sido traídos allí;
184 Sí, fueron exaltados a una rudeza extrema.
185 Y yo, Nefi, comencé a temer sobremanera que el Señor se enojara con nosotros y nos golpeara a causa de nuestra iniquidad, de modo que fuéramos tragados por las profundidades del mar;
186 Por lo tanto, yo, Nefi, comencé a hablarles con mucha seriedad;
187 Pero he aquí, se enojaron conmigo, diciendo: No queremos que nuestro hermano menor sea un gobernante sobre nosotros.
188 Y sucedió que Lamán y Lemuel me tomaron y me ataron con cuerdas, y me trataron con mucha dureza;
189 No obstante, el Señor lo permitió para mostrar su poder, para el cumplimiento de su palabra que había hablado acerca de los impíos.
190 Y aconteció que después de que me hubieron atado, de modo que no podía moverme, el compás, que había sido preparado por el Señor, dejó de funcionar;
191 Por tanto, no sabían hacia dónde debían dirigir el barco, tanto que se levantó una gran tormenta, sí, una tempestad grande y terrible;
192 Y fuimos empujados hacia atrás sobre las aguas por espacio de tres días;
193 Y empezaron a temer en extremo, por temor a que se ahogaran en el mar;
194 Sin embargo, no me soltaron.
195 Y en el cuarto día que habíamos sido rechazados, la tempestad comenzó a ser muy fuerte.
196 Y sucedió que estábamos a punto de ser tragados por las profundidades del mar.
197 Y después de haber sido arrojados sobre las aguas por espacio de cuatro días, mis hermanos comenzaron a ver que los juicios de Dios estaban sobre ellos, y que debían perecer, a menos que se arrepintieran de sus iniquidades;
198 Por lo tanto, vinieron a mí y soltaron las ligaduras que estaban sobre mis muñecas, y he aquí, se habían hinchado mucho; y también mis tobillos estaban muy hinchados, y grande era su dolor.
199 No obstante, miré a mi Dios, y lo alabé todo el día; y no murmuré contra el Señor a causa de mis aflicciones.
200 Ahora bien, mi padre Lehi, les había dicho muchas cosas a ellos, y también a los hijos de Ismael; pero he aquí, exhalaban muchas amenazas contra cualquiera que hablara por mí;
201 Y mis padres, entrados en años, y habiendo sufrido mucho dolor a causa de sus hijos, fueron derribados, sí, aun en sus lechos de enfermos.
202 Debido a su dolor, y mucho dolor, y la iniquidad de mis hermanos, ellos fueron traídos aun para ser sacados de este tiempo, para encontrarse con su Dios;
203 Sí, sus canas estaban a punto de ser derribadas para yacer en el polvo;
204 Sí, incluso ellos estaban a punto de ser arrojados, con dolor, en una tumba de agua.
205 Y Jacob y José también, siendo jóvenes, teniendo necesidad de mucho alimento, se entristecieron a causa de las aflicciones de su madre;
206 Y también mi esposa, con sus lágrimas y oraciones, y también mis hijos, no ablandaron los corazones de mis hermanos, para que me soltaran;
207 Y no había nada, salvo que el poder de Dios, que los amenazaba con la destrucción, podía ablandar sus corazones;
208 Por tanto, cuando vieron que iban a ser tragados por las profundidades del mar, se arrepintieron de lo que habían hecho, de tal manera que me soltaron.
209 Y sucedió que después de que me soltaron, he aquí, tomé la brújula, y funcionó donde yo lo deseaba.
210 Y sucedió que oré al Señor; y después que hube orado, cesaron los vientos, y cesó la tempestad, y hubo gran calma.
211 Y aconteció que yo, Nefi, guié el barco, que navegamos de nuevo hacia la tierra prometida.
212 Y sucedió que después de haber navegado por espacio de muchos días, llegamos a la tierra prometida;
213 Y salimos a la tierra, y plantamos nuestras tiendas; y la llamamos la tierra prometida.
214 Y sucedió que comenzamos a labrar la tierra, y comenzamos a plantar semillas, sí, pusimos todas nuestras semillas en la tierra, que habíamos traído de la tierra de Jerusalén.
215 Y sucedió que crecieron extraordinariamente; por tanto, fuimos bendecidos en abundancia.
216 Y sucedió que encontramos en la tierra prometida, mientras viajábamos por el desierto, que había bestias en los bosques de todo tipo, tanto la vaca como el buey, el asno y el caballo, y la cabra, y la cabra montés, y toda clase de animales salvajes, que eran para el uso de los hombres.
217 Y encontramos toda clase de minerales, tanto de oro como de plata y de cobre.
218 Y aconteció que el Señor me mandó, por lo que hice planchas de metal, para poder grabar sobre ellas el registro de mi pueblo.
219 Y sobre las planchas que hice, grabé el registro de mi padre, y también nuestros viajes por el desierto, y las profecías de mi padre; y también muchas de mis propias profecías he grabado en ellos.
220 Y no sabía en el momento en que las hice, que el Señor me ordenaría hacer estas planchas;
221 Por lo tanto, el registro de mi padre, y la genealogía de sus antepasados, y la mayor parte de todos nuestros procedimientos en el desierto, están grabados sobre esas planchas de las que he hablado;
222 Por lo tanto, las cosas que sucedieron antes de que hiciera estas planchas, son, en verdad, más particularmente mencionadas en las primeras planchas.
223 Y después de haber hecho estas planchas por vía de mandamiento, yo, Nefi, recibí el mandamiento de que el ministerio y las profecías, las partes más claras y preciosas de ellos, se escribieran sobre estas planchas;
224 y que las cosas que estaban escritas se guardaran para instrucción de mi pueblo, que poseería la tierra, y también para otros propósitos sabios, cuyos propósitos son conocidos por el Señor;
225 Por tanto, yo, Nefi, hice un registro sobre las otras planchas, que da cuenta, o que da mayor cuenta de las guerras y contiendas y destrucciones de mi pueblo.
226 Y esto he hecho, y he mandado a mi pueblo lo que deben hacer, después de que me haya ido, y que estas planchas sean pasadas de una generación a otra, o de un profeta a otro, hasta más mandamientos del Señor.
227 Y más adelante se dará un relato de cómo hice estas planchas;
228 Y entonces, he aquí, procedo conforme a lo que he hablado; y esto hago, para que las cosas más sagradas se guarden para el conocimiento de mi pueblo.
229 Sin embargo, nada escribo sobre planchas, salvo que lo crea sagrado.
230 Y ahora, si yo me equivoco, incluso ellos se equivocaron en la antigüedad.
231 No es que quiera excusarme a causa de los demás, sino que por la debilidad que hay en mí, según la carne, quiero excusarme a mí mismo.
232 Porque las cosas que algunos estiman de gran valor, tanto para el cuerpo como para el alma, otros las desprecian y las pisotean.
233 Sí, hasta el mismísimo Dios de Israel, pisotean los hombres;
234 Digo, pisotea bajo sus pies; pero yo hablaría en otras palabras:
235 Lo menosprecian, y no escuchan la voz de sus consejos;
236 Y he aquí, él viene según las palabras del ángel, en seiscientos años desde el momento en que mi padre salió de Jerusalén.
237 Y el mundo, a causa de su iniquidad, lo juzgará como una cosa de nada; por tanto, le azotan, y él lo soporta; y lo hieren, y él lo sufre.
238 Sí, le escupen, y él lo soporta, debido a su bondad amorosa y su longanimidad hacia los hijos de los hombres.
239 Y el Dios de nuestros padres, a quienes [nuestros padres] sacaron de Egipto, de la servidumbre, y también fueron guardados en el desierto por él;
240 Sí, el Dios de Abraham, y de Isaac, y el Dios de Jacob, según las palabras del ángel, como hombre, se entrega a sí mismo en manos de hombres inicuos, para ser levantado según las palabras de Zenoc,
241 Y ser crucificado, según las palabras de Neum,
242 y ser sepultado en un sepulcro, conforme a las palabras de Zenós, que habló acerca de los tres días de oscuridad,
243 Lo cual debería ser una señal dada de su muerte, a aquellos que deberían habitar las islas del mar;
244 Más especialmente dado a los que son de la casa de Israel.
245 Porque así dijo el profeta: Ciertamente el Señor Dios visitará a toda la casa de Israel en aquel día;
246 Algunos con su voz, a causa de su justicia, para su gran gozo y salvación;
247 y otros con los truenos y los relámpagos de su poder, por la tempestad, por el fuego, por el humo y por el vapor de las tinieblas, y por la apertura de la tierra, y por las montañas que se elevarán;
248 Y todas estas cosas ciertamente deben suceder, dice el profeta Zenós.
249 Y las rocas de la tierra deben rasgarse;
250 Y debido a los gemidos de la tierra, muchos de los reyes de las islas del mar serán forzados por el Espíritu de Dios a exclamar: El Dios de la naturaleza sufre.
251 Y en cuanto a los que están en Jerusalén, dice el profeta, serán azotados por todo el pueblo, porque crucifican al Dios de Israel, y desvían sus corazones, rechazando señales y prodigios, y el poder y la gloria del Dios de Israel. ;
252 Y debido a que desvían sus corazones, dice el profeta, y han despreciado al Santo de Israel, vagarán en la carne, y perecerán, y se convertirán en burla y burla, y serán aborrecidos entre todas las naciones;
253 No obstante, cuando llegue ese día, dice el profeta, en que ya no volverán sus corazones contra el Santo de Israel, entonces él se acordará de los convenios que hizo con sus padres;
254 Sí, entonces se acordará de las islas del mar;
255 Sí, ya todo el pueblo que es de la casa de Israel, los recogeré, dice el Señor, según las palabras del profeta Zenós, de las cuatro partes de la tierra;
256 Sí, y toda la tierra verá la salvación del Señor, dice el profeta;
257 Toda nación, tribu, lengua y pueblo será bendita.
258 Y yo, Nefi, he escrito estas cosas a mi pueblo, para quizás persuadirlos de que se acuerden del Señor su Redentor;
259 Por tanto, hablo a toda la casa de Israel, si es que deben obtener estas cosas.
260 Porque he aquí, tengo obras en el espíritu, que me fatigan, aun que todas mis coyunturas se debilitan, por los que están en Jerusalén;
261 Porque si el Señor no hubiera sido misericordioso para mostrarme acerca de ellos, tal como lo hizo con los profetas de la antigüedad, yo también habría perecido;
262 Y él ciertamente mostró a los profetas de la antigüedad todas las cosas concernientes a ellos;
263 Y también hizo saber a muchos acerca de nosotros;
264 Por tanto, es necesario que sepamos acerca de ellos, porque están escritos sobre las planchas de bronce.

 

1 Nefi, Capítulo 6
1 Ahora bien, aconteció que yo, Nefi, enseñé estas cosas a mis hermanos.
2 Y aconteció que les leí muchas cosas, que estaban grabadas sobre planchas de bronce, para que supieran acerca de las obras del Señor en otras tierras, entre la gente de la antigüedad.
3 Y les leí muchas cosas que estaban escritas en el libro de Moisés;
4 Pero para persuadirlos más plenamente a creer en el Señor su Redentor, les leí lo que fue escrito por el profeta Isaías;
5 Porque comparé todas las Escrituras a nosotros para que sea para nuestro provecho e instrucción.
6 Por tanto, les hablé, diciendo: Oíd las palabras del profeta, vosotros que sois un resto de la casa de Israel, una rama que ha sido desgajada; Oíd las palabras del profeta, que fueron escritas para toda la casa de Israel, y aplicadlas a vosotros mismos, para que tengáis esperanza como vuestros hermanos, de los cuales habéis sido desgajados.
7 Porque de esta manera ha escrito el profeta:
8 Escuchen y escuchen esto, oh casa de Jacob, que son llamados por el nombre de Israel, y salieron de las aguas de Judá, que juran por el nombre del Señor, y hacen memoria del Dios de Israel; mas no juran en verdad, ni en justicia.
9 Sin embargo, se llaman a sí mismos de la Ciudad Santa, pero no se apoyan en el Dios de Israel, que es el Señor de los ejércitos; sí, el Señor de los ejércitos es su nombre.
10 He aquí, he declarado las cosas primeras desde el principio; y salieron de mi boca, y las mostré; Les mostré de repente.
11 Y lo hice porque sabía que eres obstinado, y que tu cuello era tendón de hierro, y tu frente de bronce;
12 Y te lo he declarado desde el principio; antes de que sucediera te lo mostré; y las mostré por temor de que dijeras: Mi ídolo las ha hecho, y mi imagen tallada, y mi imagen fundida las ha mandado.
13 Tú has visto y oído todo esto; ¿y no las declararéis? y que te he mostrado cosas nuevas desde este tiempo, aun cosas ocultas, y tú no las sabías.
14 Son creados ahora, y no desde el principio; aun antes del día en que no las oíste, te fueron declaradas, para que no dijeras: He aquí, las conocía.
15 Sí, y no oíste; sí, no lo sabías; sí, desde entonces no fue abierto tu oído; porque sabía que serías traidor, y fui llamado transgresor desde el vientre.
16 Sin embargo, por amor de mi nombre diferiré mi ira, y para mi alabanza me abstendré de ti, para no destruirte.
17 Porque he aquí, te he purificado; Yo te he escogido en horno de aflicción.
18 Por amor a mí mismo, sí, por amor a mí mismo, haré esto; porque no permitiré que mi nombre sea profanado, y no daré mi gloria a otro.
19 Oídme, oh Jacob, e Israel, mi llamado; porque yo soy él; Soy el primero, y también soy el último.
20 Mi mano también echó los cimientos de la tierra, y mi diestra extendió los cielos; Los llamo, y se ponen de pie juntos.
21 Reuníos todos y oíd; ¿Quién de ellos les ha declarado estas cosas? El Señor lo ha amado; sí, y cumplirá su palabra que ha declarado por medio de ellos; y hará su voluntad en Babilonia, y su brazo vendrá sobre los caldeos.
22 También, dice el Señor: Yo, el Señor, sí, he hablado; sí, lo he llamado, para declarar, lo he traído, y él hará prosperar su camino.
23 Acercaos a mí; No he hablado en secreto desde el principio; desde el momento en que fue declarado, he hablado; y el Señor Dios, y su Espíritu me ha enviado.
24 Y así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo lo he enviado, el Señor tu Dios que te enseña para provecho, que te conduce por el camino en que debes andar, lo ha hecho.
25 ¡Oh, si hubieras escuchado mi mandamiento! entonces hubiera sido tu paz como un río, y tu justicia como las olas del mar;
26 Tu simiente fue también como la arena; el fruto de tus entrañas como la grava de ellas: su nombre no debería haber sido cortado ni destruido de delante de mí.
27 Salid de Babilonia, huid de los caldeos, proclamad con voz de júbilo, decid esto, proclamadlo hasta los confines de la tierra; decid: El Señor ha redimido a su siervo Jacob.
28 Y no tuvieron sed; los condujo por los desiertos; hizo brotar para ellos aguas de la peña; partió también la peña, y brotaron aguas.
29 Y aunque haya hecho todo esto, y aun mayor, no hay paz, dice Jehová, para los impíos.
30 Y además: Oíd, oh casa de Israel, todos los que habéis sido desgajados y echados de fuera, a causa de la maldad de los pastores de mi pueblo; sí, todos los desgajados que estáis esparcidos, que sois de mi pueblo, oh casa de
Israel.
31 Oídme, islas; y escuchad, pueblos lejanos; el Señor me llamó desde el vientre; desde las entrañas de mi madre ha hecho mención de mi nombre.
32 Y puso mi boca como espada afilada; en la sombra de su mano me ha escondido, y me ha hecho asta bruñida; en su aljaba me ha escondido,
33 Y me dijo: Mi siervo eres tú, oh Israel, en quien me gloriaré.
34 Entonces dije: En vano he trabajado, en vano y en vano he gastado mis fuerzas; ciertamente, mi juicio es con el Señor, y mi trabajo con mi Dios.
35 Y ahora, dice el Señor, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para traer de nuevo a Jacob a él: aunque Israel no sea congregado, sin embargo, seré glorioso a los ojos del Señor, y mi Dios será sé mi fuerza.
36 Y él dijo: Poco es que tú seas mi siervo para levantar
las tribus de Jacob, y para restaurar los preservados de Israel. también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta los confines de la tierra.
37 Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, Santo suyo, al despreciado de los hombres, al aborrecido de las naciones, al siervo de los gobernantes, reyes verán y se levantarán, príncipes también adorarán, por causa del Señor que es fiel.
38 Así ha dicho Jehová: En tiempo aceptable os oí, oh islas del mar, y en el día de salvación os ayudé; y os guardaré, y os daré mi siervo por pacto del pueblo, para establecer la tierra, para hacer heredar las asoladas heredades;
39 para que digas a los presos: Salid; a los que moran en tinieblas, mostraos. En los caminos apacentarán, y en todas las alturas estarán sus pastos.
40 No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirán; porque el que tiene misericordia de ellos los guiará, aun a manantiales de agua los guiará.
41 Y convertiré todos mis montes en camino, y mis calzadas serán exaltadas.
42 Y entonces, oh casa de Israel, he aquí, estos vendrán de lejos; y he aquí, éstos del norte y del oeste; y éstos de la tierra de Sinim.
43 Cantad, oh cielos; y alégrate, oh tierra; porque los pies de los que están en el oriente serán afirmados; y prorrumpid en cantos, oh montes; porque nunca más serán heridos; porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus afligidos tendrá misericordia.
44 Mas he aquí, Sión ha dicho: El Señor me ha desamparado, y mi Señor se ha olvidado de mí; pero él demostrará que no tiene.
45 Porque ¿puede una mujer olvidarse de lo que dio a luz, para no tener compasión del hijo de su vientre? Sí, pueden olvidar, pero yo no me olvidaré de ti, oh casa de Israel.
46 He aquí, te tengo esculpida en las palmas de mis manos; tus muros están continuamente delante de mí.
47 Tus hijos se apresurarán contra tus destructores; y los que te asolaron saldrán de ti.
48 Alza tus ojos en derredor, y mira: todos estos se juntan, y vendrán a ti. Y vivo yo, dice el Señor, que ciertamente te vestirás con todos ellos, como con un atavío, y te los atarás como a una novia.
49 Porque tu desierto y tus lugares asolados, y la tierra de tu destrucción, aun ahora será demasiado estrecha a causa de los habitantes; y los que te devoraron, estarán lejos.
50 Los hijos que tengas, después que hayas perdido al primero, volverán a decir a tus oídos: El lugar es demasiado derecho para mí; dame lugar para que yo habite.
51 Entonces dirás en tu corazón: ¿Quién me ha engendrado éstos, siendo que he perdido a mis hijos, y estoy desolada, cautiva y andando de aquí para allá? ¿Y quién los ha criado? He aquí, me quedé solo; estos, ¿dónde han estado?
52 Así dice el Señor Dios: He aquí, levantaré mi mano a los gentiles, y levantaré mi estandarte a los pueblos; y traerán a tus hijos en sus brazos, y tus hijas serán llevadas en hombros.
53 Y los reyes serán tus ayos, y sus reinas tus ayos; se postrarán ante ti rostro en tierra, y lamerán el polvo de tus pies; y sabréis que yo soy el Señor, porque no se avergonzarán los que en mí esperan.
54 ¿Será arrebatado el botín a los fuertes, o serán liberados los cautivos legítimos?
55 Mas así ha dicho Jehová: Aun los cautivos de los valientes serán arrebatados, y el botín de los terribles será entregado; porque contenderé con el que contienda contigo, y salvaré a tus hijos.
56 Y a los que te oprimen les daré de comer con su propia carne; con su propia sangre se embriagarán como con vino dulce; y toda carne sabrá que yo, el Señor, soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob.

 

1 Nefi, Capítulo 7
1 Y sucedió que después que yo, Nefi, hube leído estas cosas que estaban grabadas sobre las planchas de bronce, mis hermanos vinieron a mí y me dijeron: ¿Qué significan estas cosas que has leído?
2 He aquí, ¿han de entenderse según las cosas que son espirituales, las cuales sucederán según el espíritu y no según la carne?
3 Y yo, Nefi, les dije: He aquí, se manifestaron al profeta por la voz del Espíritu:
4 Porque por el Espíritu son dadas a conocer a los profetas todas las cosas que han de venir sobre los hijos de los hombres según la carne.
5 Por tanto, las cosas que he leído son cosas que pertenecen a las cosas temporales y espirituales:
6 Porque parece que la casa de Israel, tarde o temprano, será esparcida sobre toda la faz de la tierra, y también entre todas las naciones,
7 Y he aquí, hay muchos que ya están perdidos del conocimiento de los que están en Jerusalén.
8 Sí, la mayor parte de todas las tribus han sido llevadas;
9 Y se dispersaron de un lado a otro sobre las islas del mar;
10 Y ninguno de nosotros sabe dónde están, salvo que sabemos que se los han llevado.
11 Y ya que han sido llevados, estas cosas han sido profetizadas concernientes a ellos, y también concernientes a todos los que en lo sucesivo serán esparcidos y avergonzados, a causa del Santo de Israel; porque contra él endurecerán sus corazones;
12 Por tanto, serán esparcidos entre todas las naciones, y serán aborrecidos de todos los hombres.
13 Sin embargo, después que han sido criadas por los gentiles, y el Señor ha alzado su mano sobre los gentiles y los ha puesto por estandarte, y sus niños han sido llevados en sus brazos y sus hijas han sido llevadas sobre sus hombros, he aquí, estas cosas de que se habla, son temporales: porque así son los pactos del Señor con nuestros padres;
14 Y se refiere a nosotros en los días venideros, y también a todos nuestros hermanos que son de la casa de Israel.
15 Y significa que viene el tiempo en que, después de que toda la casa de Israel haya sido dispersada y confundida, el Señor Dios levantará una nación poderosa entre los gentiles, sí, sobre la faz de esta tierra;
16 Y por ellos será esparcida nuestra descendencia.
17 Y después que nuestra descendencia sea esparcida, el Señor Dios procederá a hacer una obra maravillosa entre los gentiles, la cual será de gran valor para nuestra descendencia;
18 Por tanto, se asemeja a ser alimentados por los gentiles, y ser llevados en sus brazos y sobre sus hombros.
19 Y también será de valor para los gentiles:
20 y no sólo a los gentiles, sino a toda la casa de Israel, para dar a conocer los convenios del Padre del cielo con Abraham, diciendo: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.
21 Y quiero, hermanos míos, que sepáis que todas las familias de la tierra no pueden ser bendecidas a menos que él desnude su brazo a los ojos de las naciones.
22 Por tanto, el Señor Dios procederá a desnudar Su brazo a los ojos de todas las naciones, al llevar a cabo Sus convenios y Su evangelio, a los que son de la casa de Israel.
23 Por tanto, los hará volver del cautiverio, y serán reunidos en las tierras de su heredad;
24 Y serán sacados de la oscuridad y de las tinieblas;
25 Y sabrán que el Señor es su Salvador y su Redentor, el Fuerte de Israel.
26 Y la sangre de esa iglesia grande y abominable, que es la ramera de toda la tierra, se volverá sobre sus propias cabezas;
27 Porque pelearán entre sí, y la espada de sus propias manos caerá sobre sus propias cabezas, y se embriagarán con su propia sangre.
28 Y toda nación que haga guerra contra ti, oh casa de Israel, se volverá una contra otra.
29 Y caerán en la fosa que cavaron para tender una trampa al pueblo del Señor.
30 Y todos los que pelean contra Sión, serán destruidos.
31 Y la gran ramera, que tuerce los caminos rectos del Señor; sí, esa iglesia grande y abominable caerá al polvo, y grande será su ruina.
32 Porque he aquí, dice el profeta, El tiempo viene pronto, cuando Satanás no tendrá más poder sobre el corazón de los hijos de los hombres:
33 Porque pronto vendrá el día, en que todos los soberbios y los que hacen iniquidad serán como hojarasca; y llega el día en que deben ser quemados.
34 Porque pronto vendrá el tiempo en que la plenitud de la ira de Dios será derramada sobre todos los hijos de los hombres:
35 Porque no permitirá que el impío destruya al justo.
36 Por tanto, él preservará a los justos con su poder, aunque sea de modo que la plenitud de su ira deba venir, y los justos sean preservados, aun hasta la destrucción de sus enemigos por fuego.
37 Por tanto, el justo no tiene por qué temer; porque así dice el profeta: Serán salvos, aunque así sea como por fuego.
38 He aquí, hermanos míos, os digo que estas cosas tienen que suceder pronto; sí, aun sangre, y fuego, y vapor de humo tienen que venir;
39 Y tiene que ser necesariamente sobre la faz de esta tierra;
40 Y acontecerá a los hombres según la carne, si es que endurecieren sus corazones contra el Santo de Israel:
41 Porque he aquí, el justo no perecerá;
42 Porque ciertamente tiene que llegar el tiempo, en que todos los que pelean contra Sion, serán exterminados.
43 Y el Señor ciertamente preparará un camino para su pueblo, hasta el cumplimiento de las palabras de Moisés, que él habló, diciendo:
44 Profeta os levantará el Señor vuestro Dios, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os diga.
45 Y acontecerá que todos aquellos que no escuchen a ese profeta, serán cortados de entre el pueblo.
46 Y ahora yo, Nefi, os declaro que este profeta de quien habló Moisés, era el Santo de Israel;
47 Por tanto, ejecutará juicio en justicia;
48 Y los justos no tienen por qué temer, porque ellos son los que no serán confundidos.
49 Sino que es el reino del diablo el que se edificará entre los hijos de los hombres, el cual reino se establecerá entre los que están en la carne:
50 Porque pronto vendrá el tiempo en que todas las iglesias que se edifican para obtener ganancia, y todas las que se edifican para tener poder sobre la carne, y las que se edifican para ser populares a los ojos del mundo, y los que buscan los deseos de la carne y las cosas del mundo, y hacer toda clase de iniquidad;
51 Sí, en fin, todos los que pertenecen al reino del diablo, son los que tienen necesidad de temer, y temblar, y temblar;
52 Ellos son los que deben ser abatidos en el polvo;
53 Estos son los que han de ser consumidos como hojarasca:
54 Y esto es según las palabras del profeta.
55 Y el tiempo viene rápidamente, cuando los justos deben ser llevados como becerros del establo, y el Santo de Israel debe reinar en dominio, poder, poder y gran gloria.
56 Y reúne a sus hijos de las cuatro partes de la tierra;
57 Y cuenta sus ovejas, y ellas le conocen;
58 Y habrá un solo rebaño y un solo pastor:
59 Y apacentará sus ovejas, y en él hallarán pasto.
60 Y debido a la justicia de su pueblo, Satanás no tiene poder;
61 Por tanto, no puede ser desatado por el espacio de muchos años;
62 Porque él no tiene poder sobre el corazón del pueblo, porque habitan en justicia, y el Santo de Israel reina.
63 Y ahora bien, he aquí, yo, Nefi, os digo que todas estas cosas tienen que venir según la carne.
64 Mas he aquí, todas las naciones, tribus, lenguas y pueblos morarán seguros en el Santo de Israel, si es que se arrepienten.
65 Y ahora yo, Nefi, hago un final; porque no me atrevía a hablar más todavía acerca de estas cosas.
66 Por tanto, hermanos míos, quisiera que considerarais que las cosas que están escritas sobre las planchas de bronce son verdaderas;
67 Y testifican que un hombre debe ser obediente a los mandamientos de Dios.
68 Por tanto, no debéis suponer que yo y mi padre somos los únicos que les hemos testificado, y también les hemos enseñado.
69 Por tanto, si sois obedientes a los mandamientos y perseveráis hasta el fin, seréis salvos en el último día.
70 Y así es. Amén.

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